La democracia directa, una utopía en España, se cuela en el Congreso de los diputados

Una imagen del diputado de Compromís Joan Baldoví, con la camiseta de Stop Desahucios, en el Congreso.
Una imagen del diputado de Compromís Joan Baldoví, con la camiseta de Stop Desahucios, en el Congreso.
RTVE.ES
Una imagen del diputado de Compromís Joan Baldoví, con la camiseta de Stop Desahucios, en el Congreso.

A primera hora de este jueves Joan Baldoví, diputado de Compromís-Equo, encenderá su ordenador y entrará en Internet para saber si vota a favor o en contra de la tramitación del proyecto de la Ley de Transparencia. Su partido ha pedido a los ciudadanos que digan qué harían ellos con el voto del diputado. Lo llaman "el primer proyecto de democracia directa en el Congreso".

Más de 2.000 personas han entrado en la web de Agora Voting para contestar a la pregunta: ¿Piensas que Joan Baldoví debe votar a favor del proyecto de ley aunque no recoja ninguna de las enmiendas planteadas? El diputado confía en que su iniciativa sirva para que la gente se dé cuenta de que "además de votar cada cuatro años es posible corresponsabilizarse de las decisiones políticas". Espera además que, "en estos tiempos en los que el oficio está tan desvalorizado", logre convencer a la gente de "que la política es útil porque ayuda a mejorar la vida de las personas".

El voto de Baldoví, ciertamente, no será decisivo de cara a la futura Ley de Transparencia, pero este ensayo de democracia directa merece toda la atención del politólogo Antoni Gutiérrez-Rubí por lo que tiene de "nueva práctica de acción e intervención política" capaz de cambiar "el modelo de representación" actual. En opinión de Gutiérrez Rubí, responde "a la necesidad de ofrecer nuevas fórmulas de participación ciudadana en un momento de profunda fractura en la confianza política de las instituciones y sus representantes".

Pero, ¿qué es la democracia directa? Según José Luis Martí, profesor de Filosofía del derecho de la Universidad Pompeu Fabra, bajo distintos adjetivos—directa, real, líquida o como él prefiere llamarla, deliberativa— subyace la idea de aumentar el poder de decisión de los ciudadanos ante políticas que les afectan directamente,  perfeccionando la democracia representativa y parlamentaria con instrumentos de control político como el referéndum vinculante y la iniciativa popular.

Una democracia más madura en España

Concebida como una evolución hacia una democracia más madura, Martí defiende que la corriente de pedir más participación ciudadana en las decisiones políticas "no es una moda pasajera, singo una realidad vigente" a nivel global, impulsada por una sociedad cada vez más informada y una tecnología que permite agilizar los procesos consultivos. En España, y pese a que la Constitución recoge el fomento de la participación, los expertos consultados detectan un grave déficit de democracia directa. Los números les avalan. En 35 años de democracia, se han celebrado cuatro referéndums y tan solo una ley (sobre reclamación de deudas comunitarias) ha emanado de la iniciativa popular, aunque van ya 92 ILP presentadas al Congreso.

A nivel local, en municipios sobre todo de pequeño tamaño, son muchas las experiencias de democracia directa, también conocida como participativa. "La carencia más fuerte es en los ámbitos autonómico y estatal", describe Martí.

Un país con democracia directa arraigada es Suiza. Daniel Ordás es un abogado y político suizo, de origen español, empeñado en exportar las bondades de un sistema que "existe desde hace siglos y funciona perfectamente". Autor de 'España se merece una democracia directa', Ordás asegura que se trata de "otra forma de hacer política, no es ni de izquierdas ni de derechas".  Lo principal es que los ciudadanos, además de votar cada cuatro años, tienen herramientas para decidir y corregir decisiones políticas gracias a los referéndums y a las iniciativas populares.

"Está comprobado que en Suiza los políticos son más moderados. El mero hecho de que te puedan plantear un referéndum les obliga a entenderse, a alcanzar acuerdos". Así, el mejor referéndum, explica Ordás, es aquél que no se celebra. "Es esa espada de Damocles que recuerda a los políticos que deben hacer bien sus trabajo, porque no dejan de ser ciudadanos a los que se les encomienda el poder, temporal y limitado, de tomar decisiones que afectan a todos".

Aumentar los instrumentos de control político

En su próximo libro, que se publica a finales de este mes, Ordás plantea una propuesta de reforma constitucional para aplicar la democracia directa en España. Dice que en este país hace falta una reforma del estado democrático que "concede poder absoluto a los políticos y control nulo a los ciudadanos". Y pone como ejemplo que el propio presidente del Gobierno "se jactara" en agosto de comparecer por voluntad propia, "sin que nadie pudiera obligarle a acudir al Parlamento". Sobre la aplicación de la democracia directa en España dice que "no bastaría con copiar dos artículos de la constitución suiza y meterlos en la española. Su proyecto, Reforma 13, toma como base la Constitución española de 1978 y como influencias experiencias alemanas, francesas y suizas de democracia directa.

El politólogo Gutiérrez-Rubí no ve posible "a corto plazo" la llegada de más democracia participativa al nivel estatal,  "por un problema de cultura y de voluntad política", describe. De hecho, ni el PSOE ni el PP han querido valorar públicamente la iniciativa de Compromís de ceder el voto a los ciudadanos, ni opinar sobre democracia directa. "No opinamos sobre iniciativas de otros grupos" fue su respuesta. En pleno apogeo del 15-M, en 2011, Felipe González sí se pronunció sobre la demanda de democracia directa reclamada por los indignados. Dijo que había que ser "cauto" porque en California, el lugar de Occidente donde más se ha aplicado aparte de Suiza, estas iniciativas generaron una "quiebra del sistema" y "el Estado fallido más rico del mundo".

En California, donde la población puede votar desde si quiere que le suban los impuestos a si se legalizan las drogas, las decisiones basadas en la lógica económica y en la reducción de impuestos han paralizado la acción pública.

El profesor Martí reconoce que "ningún sistema es perfecto. Todos pueden dar errores. Hay experiencias fallidas de democracia directa, pero es normal porque estamos experimentando. Igual que pasó en cualquier avance histórico de la democracia", añade. Martí achaca los fallos a políticos que actúan por imagen, sin creer en el proyecto, o a la falta de cultura política de la ciudadanía, que tiende al individualismo. Pero insiste en que, a nivel local, existen experiencias existosas, y cita el caso del municipio granadino de Jun.

El diputado de Compromís, Baldoví, dice que confía plenamente en la herramienta de software diseñada por Agora Voting para su primera experiencia con la democracia directa. Dice que cuenta con mecanismos de seguridad suficientes para evitar que los 'trolls' de Internet desvirtúen una iniciativa que es "un punto de partida de sucesivas votaciones". Sea cual sea el sentido del voto que emane de Internet, él está satisfecho porque uno de los ciudadanos anónimos que ha participado le ha dado las gracias por hacerle este "regalo de democracia".

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