La canciller Angela Merkel ha entrado de lleno esta semana en su campaña por la reelección en los comicios del 22 de septiembre, con los sondeos que dan su victoria como imparable y con la duda de qué sorpresas reportará la siguiente legislatura.

Merkel, apodada en los medios como "la canciller teflón" porque, como a esas sartenes, todo le resbala, regresó hace unos días a Berlín tras unas breves vacaciones que su rival socialdemócrata, Peer Steinbrück, invirtió en hacer ver que las legislativas no están sentenciadas.

El tema más mediatizado de la campaña es la presunta connivencia de la inteligencia alemana con el espionaje masivo de EE UU, cuestión que ha generado un imparable goteo informativo tanto de la prensa seria (con Der Spiegel a la cabeza) como la popular (Bild)-.

El flujo de revelaciones no ha salpicado hasta ahora a Merkel, cuyas filas aventajan en 17 o 19 puntos al Partido Socialdemócrata (SPD), lo que se atribuye a cierta resignación del alemán a pié, que en realidad nunca se fió de la seguridad en Internet.

La canciller tiene a tres ministros (el de Cancillería, Ronald Pofalla; el de Interior, Hans-Peter Friedrich; y el Defensa, Thomas de Maizière) desfilando entre comisiones de investigación y control parlamentario, sea por el asunto del espionaje o por una fracasada adquisición de unos controvertidos "drones" (aviones no tripulados) militares.

Merkel ha hecho honor al apodo del "teflón", por mucho que a medida que se aproximan los comicios crece el riesgo de que de resbalarle las polémicas pase al resbalón que precisa Steinbrück.

El gran tema del espionaje preocupa poco al ciudadano, mientras que una encuesta del instituto demoscópico Forsa revelaba esta semana que el principal temor de los alemanes es el mercado laboral.

Por mucho que el desempleo en Alemania esté a niveles que tal vez causen envidia en sus socios (un 6,8%), el ciudadano de la primera economía europea teme la creciente precarización laboral del país. Der Spiegel aportaba recientemente dos informaciones apuntando a la economía doméstica y a las sorpresas postelectorales.

La primera consistía en un ranking del peso fiscal que soporta un sueldo medio alemán (un 53%) y el de sus socios con problemas de la zona euro (un 45% para España, un 31 % en Irlanda y un 20 % en Chipre), basado en cifras del Instituto Económico Molinari.

Así, un alemán empieza a "cobrar" el 13 de julio, puesto que hasta entonces lo que trabajó fue para el fisco. Para un español la "liberación", como lo denomina Spiegel, empieza el 12 de junio, para un irlandés el 24 de abril y para el chipriota el 14 de marzo.

Junto a este baremo, el semanario afirmaba también que el Bundesbank da por hecho que habrá otro rescate a Grecia a más tardar a principios de 2014, algo que hasta ahora rechaza vaya a ocurrir el gobierno de Berlín para no disgustar al contribuyente alemán.

El día después post-electoral puede variar en función de si Merkel reedita su coalición de centro derecha con los liberales.

Los liberales están en los sondeos en la cuerda floja del 5% y de que consigan o no escaños depende no solo su supervivencia sino también el organigrama clásico de la política alemana.

El FDP y los Verdes compiten por ser el socio minoritario que da el apoyo al bloque conservador o socialdemócrata, en un país donde a escala federal no hay mayorías absolutas ni se gobierna en minoría.

De no poder sustentarse en los liberales, Merkel tiene como opciones más probables la gran coalición con que gobernó en su primera legislatura o una innovadora alianza con los Verdes.

En Berlín se bromeaba hace poco con que tal constelación confrontaría a Merkel ante la promesa electoral más vistosa de los Verdes: implantar un día vegetariano (los jueves) en las cantinas, para reeducar los hábitos alimenticios de los alemanes.

Un estorbo mínimo para una canciller de cuya proverbial sangre fría deja constancia uno de los vídeos más visitados de youtube sobre ella: fue en un mitin del miércoles de ceniza de 2012, cuando un azorado camarero le echó cinco jarras de cerveza por la espalda, que ella simplemente dejó "resbalar" para seguir con lo suyo.

A Merkel todo parece sonreírle en esta campaña (incluido el despegue de la eurozona de la recesión, gracias al impulso de Alemania y Francia) y en sus mítines apenas si menciona el nombre del aspirante socialdemócrata, Peer Steinbrück.

"Algunos creen que con gritos desde lejos se arregla algo. Nosotros somos el mejor gobierno que ha tenido Alemania desde la reunificación", apuntaba Merkel en un mitin de Seligenstadt (oeste), salpicado con abucheos de fondo por parte de grupos de jóvenes.