Los conductores consideran que los radares tienen afán recaudatorio y las autoridades reguladoras del tráfico afirman que su objetivo es reducir los accidentes. Más allá de opiniones, la realidad es que solo 15 de los 36 dispositivos de control de velocidad instalados por la Dirección General de Tráfico (DGT) en las autovías madrileñas (el 41,6%) están situados cerca de los puntos negros reconocidos por la propia DGT, según datos del organismo estatal. Los automovilistas creen que estos datos demuestran que "no cumplen su función preventiva de accidentes", según el presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), Mario Arnaldo. Mientras, desde Tráfico defienden que con ellos se intenta "reducir la siniestralidad", al instalarse en puntos con alta densidad de tráfico y velocidad.

La red principal de carreteras en Madrid (autovías y autopistas) cuenta con 36 radares fijos, según los datos reconocidos por la DGT (ver mapa). Las vías con más controles de velocidad son la M-40 y la M-111, con cuatro cada una; seguidas de la A-1, la A-3 y la M-50, que tienen tres dispositivos instalados en cada una. Sin embargo, menos de la mitad de esos radares están ubicados a una distancia inferior a un kilómetro de los puntos negros con alta concentración de accidentes, también según los registros oficiales de la DGT.

Las autoridades de tráfico definen punto negro como "aquel emplazamiento perteneciente a una calzada en el que durante un año natural se hayan detectado tres o más accidentes con víctimas con una separación máxima entre uno y otro de 100 metros". En total, 15 de los radares de la región están en las inmediaciones de estos puntos, como los existentes en la A-1 (a la altura de Alcobendas y de Somosierra), en la A-3 (en Rivas y en Villarejo de Salvanés), en la A-5 (en la cuesta del Guadarrama y en Alcorcón) o en la M-40 (junto a Campo de las Naciones, en Villaverde o los túneles del Pardo).

Sin embargo, la DGT también ha puesto radares en puntos que no tienen alta concentración de siniestros. Entre ellos, por ejemplo, hay controles de velocidad en puntos relativamente seguros de la A-4 (a la altura de Getafe), la A-6 (en Las Rozas) o la M-50 (cerca de Fuenlabrada, Perales del Río o el PAU de Vallecas).

Los conductores critican que estos radares tienen un "afán recaudatorio, más que una función preventiva", según Arnaldo. En cambio, la DGT justifica su colocación asegurando que los controles no solo se ubican en puntos donde ya ha habido accidentes (como es el caso de los puntos negros), sino que también se instalan en lugares donde hay un potencial peligro de siniestros: tramos con elevada intensidad de tráfico y, por tanto, con riesgo de alcances; y zonas donde los vehículos pueden alcanzar grandes velocidades, como rectas prolongadas. En este caso, los controles cumplirían una función "disuasoria".

Por otro lado, AEA eleva a 51 el número de radares existentes en Madrid, ya que contabiliza también los puntos en los que suele haber presencia de dispositivos móviles (es decir, radares que van cambiando de posición). Además, según las denuncias remitidas por sus socios, los controles que más multan son los situados en los túneles de Guadarrama (el radar de tramo de la AP-6), en el kilómetro 42,8 de la M-50 y en el km. 22 de la A-1. Este último punto tiene alta accidentalidad; pero los dos primeros, no.