Tras más de diez años destilando un sonido puramente guitarrero, Dover, punta de lanza del rock independiente, se saca del sombrero Follow the city lights, un CD electrónico y discotequero, en las antípodas de su sonido habitual.
¿Qué ha cambiado? ¿Ya eran bailongos?
"Ellas sí, nosotros somos más de barra", bromea Jesús.
La entrevista se celebra en casa de Cristina. Como una metáfora del cambio, el piso está en la calle Libertad, en el madrileño barrio de Chueca.
"¿Libertad? Artísticamente hablando en Dover siempre la ha habido, por encima de todo. Somos culo de mal asiento", explica Amparo sobre el giro de estilo musical del grupo.
Liturgias y diablos
Los Dover tienen algunos rituales a la hora de componer.
"Practicamos muchísimos, pero son secretos", confiesa Amparo, antes de recordar que en este disco su hermana Cristina y ella han tirado "de mucha liturgia para componer".
Son diez canciones "que salieron del tirón", añade para mayor misterio Samuel.
"Nos comunicamos con él", ataja Jesús entre las carcajadas de sus compañeros.
Tal revelación invita a pensar en Devil came to me (El diablo vino a mí), disco con el que Dover dio el salto a la fama en 1997.
"A mí el diablo se me sigue apareciendo, pero a partir de las diez de la noche", apostilla Jesús.
Lo cierto es que Dover ha cambiado.
"La vida es cambio", se defiende Cristina.
"Necesitábamos emocionarnos con lo que hacíamos", insiste de nuevo Jesús.
Para Amparo, el nuevo trabajo es "un drama banal que habla de la música disco".
La evolución del grupo deja atrás los 90, cuando alucinaban al codearse en los premios MTV con Madonna, Jennifer López o U2.
O el Vive Latino, en México, ante 50.000 fans exaltados que dejaron a Amparo con una momentanea parálisis facial por los objetos que lanzaron al escenario.
"Ahora han empezado a pinchar allí el single Let me out e igual se edita el disco en México. ¡Volveremos!", enfatiza Amparo.
"Sí, pero antes pasaremos por Toledo para comprarnos unas armaduras", concluye Jesús ante las risas de todos.
El secreto mejor guardado
Para terminar de desmitificar la imagen del rockero impermeable, entre las montañas de CD y libros aparece una revista del corazón.
"Antes las escondíamos de los fans, pero ya nos hemos liberado, ¡nos encantan!", confía divertida Amparo.
"Eso sí, nos gusta el cuore agradable, detestamos las persecuciones pantojiles", aclara al respecto Cristina.
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