El presidente del PP, Mariano Rajoy, calificó este aplazamiento como «una burla».
Por otro lado, las autoridades españolas permitieron anoche finalmente el desembarco de los más de 200 inmigrantes asiáticos que viajaban en un gran barco detectado a pocas millas de Tenerife. Al parecer, la embarcación presentaba una brecha de agua y varios de sus ocupantes se encontraban en mal estado de salud.
Por la tarde se había impedido a la embarcación llegar a Canarias, ya que se creía que tenía plenas condiciones de navegabilidad.
«O Barza o barzarkh»
En Nguet Ndar es difícil encontrar a alguien que no haya vivido el drama de los gal, cayucos en el idioma wolof. Es una barriada en Sant Louis convertida en uno de los principales puntos de partida de cayucos. Pero por cada expediente de expulsión, un puñado de senegaleses hará cualquier cosa por recorrer los 3.000 km que les separan de Canarias. « Aquí se dice: o Barza o barzarkh», cuenta Bernardett, guía turística.
Barza es Barcelona y Barzarkh, la muerte. «Mucha gente piensa que cualquier cosa es mejor», dice Bernardett. «Hay gente que se lanzó a la aventura y al volver ha construido casas que aquí son de lujo», dice Serydou Topi, estudiante. Pero los que vuelven no cuentan sus desventuras. No es motivo de orgullo el sufrimiento, ni que muchos deben dedicarse al top manta o a la construcción. «El proceso no importa, sólo el resultado final», dice Bernardett, y las repatriaciones no hacen mella. «No se desaniman, siempre alguien lo vuelve a intentar».
La prensa local sostiene que el presidente Wade se enfrentará en dos meses a unas elecciones en las que será definitivo el voto de las familias que han reunido dinero para embarcar a los suyos hacia El Dorado español. «Volver significa perder. Es una frustración terrible», contaba de vuelta a Dakar un senegalés que intentó entrar vía aérea.
Serydou cree que la tragedia no parará si no se detiene la desertización. Sobreviven mientras duran las lluvias. Después arriban a Dakar para vender la cosecha y cuando ésta se acaba optan por el comercio informal, donde los mercados son un caos en el que todo el mundo vende pero casi nadie compra.
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Otros 7.500, a la espera
El Gobierno calcula que unos 7.500 inmigrnates esperan en los centros de acogida de Canarias para ser repatriados a su país. La mayoría son de origen subsahariano, como estos que descansan en el centro Las Raíces.
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