Breivik, sobre Utøya: "Pensé que tenía que entrar y ejecutar a tantos como fuera posible"

  • Breivik ha declarado que cientos de voces en su cabeza le decían que no lo hiciera.
  • Tras matar a varias personas, entró en una cafetería llena de jóvenes disfrazado.
  • Su primera víctima fue el policía de paisano y desarmado que estaba en Utøya.
  • Dice que no lo recuerda bien porque estaba en shock y atento a posibles ataques.
  • Pretendía crear el pánico con los disparos y que los jóvenes se tiraran al agua y murieran ahogados.
El ultraderechista Anders Behring Breivik, con aspecto tranquilo, junto a su abogado Geir Lippestad (derecha), en la corte de Oslo donde es juzgado por un doble atentado.
El ultraderechista Anders Behring Breivik, con aspecto tranquilo, junto a su abogado Geir Lippestad (derecha), en la corte de Oslo donde es juzgado por un doble atentado.
Stian Lysberg Solum / EFE
El ultraderechista Anders Behring Breivik, con aspecto tranquilo, junto a su abogado Geir Lippestad (derecha), en la corte de Oslo donde es juzgado por un doble atentado.

El ultraderechista Anders Behring Breivik relató en la segunda parte de su declaración de este viernes la masacre en Utøya, la isla en la que asesinó a 69 personas, casi todos menores de 20 años que asistían al campamento de las Juventudes Laboristas.

"Era un caos total, así que pensé que ahora tenía que entrar en ese edificio y ejecutar a tantos como fuera posible", dijo Breivik al referirse a la cafetería de la isla tras haber matado a varias personas que habían viajado con él el transbordador.

Breivik dijo no recordar demasiado porque se hallaba en estado de shock y atento a posibles ataques, ya que sabía que había unas 600 personas en Utøya, pero aun así pudo hacer un relato cronológico en la quinta jornada del juicio sobre los atentados de Noruega.

El extremista noruego, entonces disfrazado de policía, contó cómo consiguió que le llevaran a la isla para informar sobre un atentado que había ocurrido en Oslo —en realidad provocado por él mismo con una furgoneta bomba— y su temor a ser descubierto.

"Estaba casi seguro al cien por cien que encontraría fuerte resistencia contra la que tendría que luchar y probablemente morir en el intento", explicó.

A bordo del transbordador se enteró de que había un policía de paisano y desarmado en Utøya, que enseguida se mostró desconfiado, aunque logró convencerlo de que le explicaría todo al dar la charla informativa en el edificio principal: fue su primera víctima.

"Estaba casi paralizado, tenía miedo, pensé que tenía muy pocas ganas de hacer esto (...) Todo mi cuerpo luchaba para no agarrar el arma. Cientos de voces en mi cabeza me decían: 'no lo hagas, no lo hagas'", declaró Breivik, según medios digitales noruegos. Pero Breivik, que caminaba con el policía y otras personas, sacó la pistola, pensó que era "ahora o nunca" y disparó.

Detalles "macabros"

"No corrí, no caminé rápido, sino tranquilo. Tenía mucho equipamiento conmigo, así que tampoco podía correr", explicó.

Pese a asegurar que no recordaba mucho de lo ocurrido, "diez en minutos en total", en su declaración —no retransmitida por orden de los tribunales— se extendió en algunos detalles "macabros", según la televisión pública NRK, que al igual que el resto de medios noruegos censuró partes de la narración por respeto a las víctimas.

Relató que al entrar en la sala principal de la cafetería, vio a unas 15 personas y disparó a discreción, y le pareció que todo lo que veía era muy distinto a las series de televisión, afirmó.

Mientras algunos intentaron defenderse, muchos jóvenes estaban paralizados por el miedo, pero él siguió disparando, volviendo a cargar el arma y rematando a las víctimas con tiros en la cabeza.

Su táctica inicial era conseguir un efecto psicológico al llegar a Utøya con los disparos y con gritos como "vais a morir hoy, marxistas", provocando que la mayoría se tirara al agua y se ahogase presa del pánico, algo que no salió como esperaba, por lo que siguió recorriendo la isla y disparando a todos los que se encontraba.

Durante el relato, que continuaba en la sala 250 del juzgado de Oslo, Breivik se mostró aparentemente imperturbable, mientras varios de los familiares de las víctimas y supervivientes presentes en el recinto suspiraban, lloraban o directamente se levantaban y se iban, según el diario VG.

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