Sin duda, es el mito más clásico y arraigado en el autismo. De hecho, la propia etimología de la palabra autismo proviene de este mito, ya que ‘autos’, en griego, significa ‘uno mismo’. Además, la RAE sigue definiendo el autismo como el ‘repliegue patológico de la personalidad sobre sí misma’ y recoge el significado peyorativo de la palabra autista como "una persona encerrada en su mundo y muy poco comunicativa". Sin embargo, que sea el mito más arraigado no significa que tenga algo de verdad. De hecho, son perfectamente conscientes del mundo que les rodea y quieren y tienen derecho a formar parte de él, simplemente a veces necesitan momentos de aislamiento por varios motivos: porque el entorno les requiere mucho esfuerzo, por sobrecarga sensorial, por falta de habilidades comunicativas, etc.
En algunos casos, sobre todo si tienen hipersensibilidad al tacto puede que no les guste que les abracen porque pueden sentirse molestos, pero, en general, las personas con autismo son tan cariñosas y afectuosas como cualquier otra, aunque a veces pueden hacerlo de forma distinta a las que estamos acostumbrados. De hecho, hay algunos niños que son muy cariñosos y que adoran abrazar, que les hagan cosquillas…
Es cierto que hay muchas personas dentro del espectro que tiene trastornos del lenguaje asociados o que incluso son no verbales, no tienen capacidad para hablar. Sin embargo, eso no significa que no tengan capacidad ni intención de comunicarse. La tienen, sólo que, a veces, necesitan de algún apoyo para hacerlo, especialmente sistemas aumentativos y alternativo de comunicación, como pictogramas, comunicadores, etc.
A menudo las personas dentro del espectro autista tienen lo que se conoce como alexitimia, un trastorno por el que les cuesta reconocer e incluso expresar sus propias emociones y las ajenas. Por eso, a veces puede interpretarse que son personas frías y distantes cuando no es así. De hecho, a veces sienten las emociones con tanta intensidad que pueden generarles situaciones de angustia, de aislamiento o de desregulación. Lo que ocurre es que, si no reconoces las emociones en los demás, difícilmente podrás ser consciente de que si alguien sufre o lo pasa mal, lo que no significa que les dé igual.
El autismo no es una enfermedad, sino un trastorno o una condición. Las personas, por el hecho de tener autismo, no están enfermos, sino que tienen una serie de características -intereses restringidos, problemas en la interacción social…- que a veces sí puede ir acompañadas de otros problemas o comorbilidades, como epilepsia, discapacidad intelectual, ansiedad, etc. Como no es una enfermedad, no puede curarse y está presente durante toda la vida. Simplemente se puede tratar o intervenir para mejorar habilidades o asociados que afecten a su calidad de vida, como la interacción social, la inflexibilidad, la ansiedad, etc.
Es uno de los mitos que más daño ha hecho a la imagen de las personas con autismo, debido, sobre todo, a personajes televisivos como Sheldom Cooper o el Dr. Shaun Murphy. También se dice de ellos que tienen habilidades extraordinarias en determinados campos, pero esto es algo relacionado con sus intereses más obsesivos o específicos. Y es que, las personas con autismo no sólo no son más listos que la media, sino que gran parte de ellos, alrededor de un 40%, tienen discapacidad intelectual asociada. Por supuesto, hay personas más listas de la media dentro del espectro, pero no en mayor proporción que en los neurotípicos. Tampoco son, por tanto, unos genios de las matemáticas.
A pesar de ser un mito más que desmentido por la ciencia desde hace décadas, todavía hay gente que sigue pensando que las vacunas están detrás del aumento de los diagnósticos de autismo. También, aunque más lejano, existe el mito de que eran las madres poco afectivas las causantes del autismo de sus hijos. La realidad es que, a día de hoy, no se conocen las causas, pero está cada vez más claro que tiene un elevado componente genético.
Aunque parece que sí es más prevalente entre los hombres que las mujeres, la diferencia de la prevalencia entre los sexos no es tan grande como se pensaba, pues se afirmaba que se daba un caso entre el sexo femenino frente a cuatro en el masculino. Hoy sabemos que, en realidad, existe un infradiagnóstico entre las mujeres debido a las diferentes manifestaciones del trastorno en función del género y con sesgos en los criterios diagnósticos.