Uno de los juegos más divertidos para los niños pequeños es el de encontrar tesoros. Y una de las razones por las que esto sea tan popular en la infancia es porque muchas de las películas y libros que se ven en este periodo incitan a los más pequeños a la aventura.

Pero esto no queda solamente en esta etapa de la vida, pues muchos son los adultos que recorren diferentes lugares en busca de objetos valiosos para su posterior colección, venta o disfrute personal.

De esto han hablado en el programa matutino que Carlos Herrera presenta en COPE. Varios de los oyentes, denominados como 'fósforos', han participado en esta conversación rememorando los mayores hallazgos en sus vidas.

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El primero en intervenir es Alejandro, que allá cuando tenía unos 12 años se encontró, mientras jugaba con sus amigos, una bomba de la Guerra Civil. "Fuimos al cuartel de la Guardia Civil para hablarles de nuestra hallazgo y no nos creyeron, hasta que nos pidieron que lo dibujáramos y se quedaron sorprendidos", asegura.

Ya de más mayor, Pilar, la segunda 'fósfora' en contar su relato, se dirigía a misa con su cuñada, cuando de repente vio que sobresalía una alfombra enrollada de dentro un contenedor. "Le dije que parecía bueno", apunta.

Al regresar a casa, pasaron por el mismo sitio y se pararon delante de la basura para sacar el rulo. Cuando llegaron a su destino y la abrieron para ver cómo era, descubrieron que se trataba de una alfombra de la Real Fábrica de Tapices. "La llevamos al tinte y la hemos colocado en la casa del campo", comenta.

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Alberto es el tercer protagonista de este espacio. Un día fue a un rastro solidario y decidió comprar un sofá de segunda mano para apoyar con la causa. "Cuando lo desmontaron para limpiarlo, en una de las fundas de los asientos me encontré 6.000 euros en billetes de 20", confiesa el hombre, que asegura que todavía está disfrutando de este dinero.

Así pues, por muy sorprendentes e inusuales que puedan parecer estas historias, son reales y le pueden pasar a cualquiera. Las tres se han dado en circunstancias completamente normales, sobre todo la última, ya que el hallazgo del tesoro se ha convertido también en suerte y felicidad.