Los vecinos del pueblo sueco de Fucke han decidido cambiarle el nombre a la localidad después de que se hartaran de que los censuraran al escribir sobre su vida en Facebook.

Tal y como recoge el Daily Mail, la pequeña población se encuentra en la costa alta de Suecia, y es una aldea que se compone de tan solo 11 propiedades.

Se asienta a orillas del Fuckesjön ('lago Fucke') y se encuentra a poca distancia de otro pequeño asentamiento, Hump, que se encuentra a orillas de Humpsjön ('lago Hump').

Según el Instituto de Idiomas y Folclore de Suecia, los primeros registros de Fucke se remontan a 1547, donde se describe como "junto a un lago, situado muy alto en una ladera con campos muy empinados".

Pero a pesar de sus raíces históricas, los propietarios de viviendas en Fucke están hartos, especialmente de que Facebook censure sus publicaciones cuando intentan escribir sobre su pueblo en las redes sociales o cuando intentan vender cosas en línea.

Ahora, se han unido para enviar una solicitud a las autoridades de Suecia para cambiar el nombre de la aldea a Dalsro (que significa 'valle tranquilo'). Sin embargo, según la cadena STV, el proceso podría llevar algún tiempo y es poco probable que los residentes de Fucke tengan una respuesta antes del verano.

Primero, la junta debe considerar el asunto junto con el Instituto de Idiomas y Monumentos Antiguos. Los nombres de lugares están regulados por la Ley de Medio Ambiente Cultural del país y las normas de la ley que rigen las buenas prácticas de nombres de lugares.

Los antecedentes son poco halagüeños para los vecinos: en 2007, 15 residentes de la ocalidad sueca de Fjuckby, una aldea en Uppsala que alberga a solo 60 residentes, intentaron sin éxito cambiar el nombre de su ciudad a Fjukeby.

En cambio, los vecinos de un pueblo en Austria tuvieron más suerte que los de Fjuckby, cuando en diciembre de 2020 solicitaron con éxito que su pueblo llamado Fucking se cambiara por el menos grosero 'Fugging'.

Los residentes de esta localidad, alrededor de un centenar, soportaron décadas de bromas de hablantes de inglés y el robo frecuente de sus letreros por parte de los visitantes.