Tener un compañero de vida como lo puede ser un gato o un perro, es un regalo de la vida. Y si encima te acompaña durante tu infancia, mucho más. 

La conexión entre los niños y sus mascotas puede ser muy fuerte, como la de este niño de apenas seis años, quién parece que vivió una experiencia casi traumática al ver como vacunaban a su compañero.

El alardido en tono de queja del cachorro, parece que desencadeno en su dueño la empatía necesaria para saber que le estaban haciendo daño. Mientras, su madre, intentaba explicarle que todo iba a estar bien.

Entre lagrimones, el pequeño no duda en sostener con minucioso cuidado a su perro que, confuso, mira a su alrededor sin saber muy bien porque su dueño está llorando. 

La situación es tan enternecedora que, quien lo vea recibirá una dosis de serotonina para el resto del día.