La ausencia de Roger Federer entre los invitados a la boda de Rafa Nadal y Mery Perelló fue una de las más comentadas. El público congregado en la entrada de la finca Sa Fortalesa donde se desarrolló el enlace y la fiesta posterior esperaba al suizo, cuya rivalidad con el balear ha marcado (y sigue marcando) una época en el tenis mundial.

Su sana rivalidad les ha convertido en un ejemplo de amistad entre rivales, aunque la relación no va más allá de las pistas, como reconoció el propio Federer.

Este sorprendió al afirmar que “no fui invitado a la boda”, aunque es “algo que tampoco esperaba”, afirmó en la rueda de prensa previa a su debut en el torneo de Basilea.

El suizo reconoció que “nos llevamos muy bien” pero “a una boda invitas a las personas con las que quieres compartir la mayor parte de tu tiempo. Por eso no es un problema para mí”.

Federer reveló que “le felicité” aún sabiendo “que no me contestaría de inmediato porque tendría cosas mejores que hacer, como estar de fiesta. Estoy muy feliz por él y espero que haya pasado un día estupendo”, explicó.