La selección española femenina de balonmano se quedó a las puertas del podio, tras perder este domingo el partido valedero por el tercer puesto, 26-31, ante una Noruega que se mostró muy superior y que no dio opción alguna.
La superioridad física de las noruegas, el altura y fuerza, fue fundamental en un partido en el que las jugadoras españolas estuvieron faltas de esa chispa que les permitió acceder, por primera vez en un Mundial, a la lucha por las medallas.
La fuerte defensa noruega disminuyó, casi a mínimos, la efectividad de los lanzamientos exteriores españoles, mientras que la defensa española no se mostró tan compacta y correosa como en partidos anteriores. Anulada Begoña Fernández como pivote, todo quedó a expensas del tiro exterior y de la casta de jugadoras como Marta Mangué, muy vigilada durante todo el partido.
Tras el 9-15 con el que llegó al descanso, la selección española consiguió un parcial de 2-0, 11-15, que hizo que se avivaran ligeramente las ascuas de una posible victoria, pero fue apenas un brillo, un resplandor, un leve reflejo, porque las jugadoras noruegas siguieron con su gran efectividad en el tiro.
España, al menos, se liberó de las ataduras de la presión en el segundo tiempo e intentó jugar de tú a tú a la actual campeona olímpica y de Europa. España se quedó con la miel en los labios de la medalla de bronce, pero el cuarto puesto conseguido, que se valorará en unos días en su justa medida, es toda una hazaña.
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