Arturo Vidal ya es, por fin, nuevo jugador del Barcelona. El centrocampista chileno llega para cubrir la baja de Paulinho y tras petición de Valverde, quien buscaba un perfil parecido al del brasileño cuanto antes.

'Rey Arturo' como le denominan en su país, es un jugador que destaca por su fiereza en el campo, tanto para lo bueno como para lo malo. Pese a ello, no es un futbolista agresivo ('solo' ha sido cinco veces expulsado). Un todoterreno incombustible al que hay que sumarle también su llegada al área y capacidad goleadora. Con 29 goles y 30 asistencias en sus años en la Bundesliga, Vidal, sin ser el perfil que más encaje en la idea de juego azulgrana, no desentona en centros del campo plagados de jugadores asociativos.

Por ello, Pep Guardiola, continuador del fútbol preciosista y estético del Barcelona, lo pidió para el Bayern de Múnich. El chileno aportaba garra, compromiso y fuerza a un centro del campo plagado de sutileza y toque. Lo mismo que proponía Paulinho y que, pese a las críticas tras su llega, dio un resultado excelso. Ahora, Vidal dará descanso a las piernas de Busquets y Rakitic y, además, dotará al equipo de llegada arriba.

Sin embargo, no todo es positivo en lo que rodea a la contratación de Vidal. Y es que su vida fuera del campo ya le ha jugado varias malas pasadas. Sampaoli, quien le llevó en la selección chilena en el año 2015, aireó sus problemas con la bebida y el descontrol. Y ese mismo año sufrió un accidente de coche por conducir ebrio. Un pack, el de las dos caras de Arturo, al que se arriesgará el Barcelona. A cambio, músculo, carácter, pulmones y gol aterrizan en el Camp Nou.

En el Bayern pierden a un futbolista muy querido. Su compañero Jerome Boateng le ha descrito como "uno de esos tipos que quieres tener en tu equipo pero nunca contra ti" en su despedida.