La París-Roubaix, icónica prueba de ciclismo, cuenta los días para su arranque y la organización se apremia ahora en ultimar todos los detalles para la disputa de la 121ª edición. Este martes ha tocado despejar el recorrido y la prueba ha contado con un inusual grupo de trabajo, nada más y nada menos que un rebaño de cabras. 

Se trata del trabajo habitual de acondicionamiento del tramo más emblemático de la prueba, la retirada de la vegetación que brota entre el empedrado del bosque de Arenberg a lo largo de sus 2400 metros de longitud.

Estas pequeñas hierbas son el mayor riesgo de un tramo especialmente duro para los ciclistas, pues además del empedrado y las duras condiciones climáticas, la vegetación aumenta mucho el deslizamiento de las bicicletas.

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Por ello, lejos de utilizar maquinaria pesada o un ejército de operarios, la carrera se limita a soltar cabras hambrientas de la región para 'limpiar' el tramo a cambio de un suculento banquete para ellas.

Una vez finalizado el trabajo, el recorrido queda listo para el paso de las grandes estrellas del ciclismo durante otro apasionante fin de semana sobre las carreteras infernales del norte de Francia.