La otra gran lacra del alpinismo, las mentiras de los 'vendehumos': cimas que no se alcanzan, fotos falsas...

Abdul Rahim Al-Arjan, simulando estar en la cumbre de Mera Peak
Abdul Rahim Al-Arjan, simulando estar en la cumbre de Mera Peak
The Himalayan Times
Abdul Rahim Al-Arjan, simulando estar en la cumbre de Mera Peak

Hace unos días el rotativo nepalí The Himalayan Times reportó del caso de un alpinista jordano llamado Abdul Rahim Al-Arjan quien, en octubre del año pasado, afirmó haber escalado el pico Mera de 6.470 m de Nepal. La Asociación de Montañismo del país asiático, después de la expedición del jordano - quien en su día dedicó su éxito al monarca de su país-, emitió un certificado en el que dio por válida la ascensión de Al-Arjan. Ahora, sin embargo, invalidan su ascensión al detectar que su foto de cima se basa en una falsedad. Al-Arjan en su día presentó como prueba una foto de cumbre en la que figuraban tres personas. Pero resulta que ninguna fue él. Al mismo tiempo, mostró otra foto ante los medios jordanos, tomada de él desde cerca, diciendo que era su foto de cumbre. Pero tampoco, ya que Al-Arjan fue fotografiado a menor altura, en uno de los campos inferiores a la cima. 

Todo puede parecer intrascendental: un alpinista desconocido, en un seismil, vendiendo una mentira. ¿A quién le importará? Pero paradójicamente esta reclamación falsa simboliza perfectamente la punta del iceberg de un problema recurrente en las altas montañas que no es nada más ni nada menos que la mentira burda y toda la problemática que esto conlleva, la de estar vendiendo logros alpinísticos que no son verídicos, en beneficio propio, propiciando al mentiroso la posibilidad de lucrarse de la mentira después, dando conferencias remuneradas, fama y prestigio. La mentira sobrepasa la frontera de los seismiles, e incluso los sietemiles, habiendo con cierta frecuencia logros sospechosos y mentiras descubiertas en los ochomiles también.

Alpinismo y ética

En el alpinismo no sólo cuenta el logro deportivo, el nivel de habilidades, la escalada en sí, sino también un relato coherente y honesto, una autoevaluación realista y veraz. Sin embargo, desde hace décadas, desde el momento en que la caza y colección de cimas se iba relacionando con diferentes récords, sea a nivel global o como en el caso de querer ser el primero en algo un ciudadano de un país concreto, la mentira se ha instalado en el mundo del alpinismo. Aunque se descubre a varios de los mentirosos, siempre, en cada temporada probablemente se cuelan algunas mentiras.

Como no es un mero deporte, el apinismo carece de jueces y árbitros, y en la ética del montañismo siempre uno ha partido de la idea de que debemos creer en la palabra del montañero. Pero esto es del pasado, las circunstancias han cambiado y hemos de dejar el buenismo obsoleto, con la excepción de aquellos alpinistas conocidos cuyo nombre sirva de garantía. El alpinismo se ha comercializado y entre los verdaderos alpinistas se colaron también algunos descarados que sin pestañear mienten de sus logros para conseguir así atención, fama, con la absoluta despreocupación por lo que la mentira pueda afectar el legado de aquellos alpinistas que honestamente habían llevado a cabo sus expediciones en el pasado, incluso muriendo en el intento muchos de ellos.

Problema para destapar las mentiras

Trasladando este problema a los picos más altos del planeta, es difícil destaparlos públicamente por varias razones. Las autoridades nepalíes no examinan a fondo las ascensiones. En las montañas abarrotadas no siempre se denuncia las mentiras de parte de los testigos que son otros alpinistas de otros equipos. Cada uno hace su propio proyecto y no se mete en los asuntos de los demás. Hoy en día es posible comprar logros predeterminados y las agencias incluso pueden encubrir a menudo a sus clientes ambiciosos a cualquier precio. En algunos casos más trascendentes, como fue el caso de una alpinista que afirmó haber sido la primera mujer quien escaló el Kangchenjunga en otoño, tiempo después se pudo detectar la falsedad de su logro tras examinar las rocas que rodeaban a la clienta y sus sherpas experimentados en la cima, que resultaron indicar que no estuvieron en la cumbre. 

Pero los que siguen de muy cerca las expediciones en el Himalaya y el Karakorum y examinan los detalles casi en tiempo real, se dan cuenta de las mentiras y de las ascensiones que- como mínimo- levantan sospechas. Es curioso, pero desde el sofá también se puede pillar a mentirosos sin haber estado con ellos en el ochomil, y a más de 10.000 kilómetros. La mentira no sólo ocurre con alpinistas integrantes de expediciones comerciales, sino también con alpinistas reconocidos. A lo largo de la historia hubo varios casos, perdiendo así el prestigio el montañero a nivel internacional. Basta una sola mentira, y se puede derrumbar toda una carrera, a no ser que -como pasa en nuestro tiempos- la fama ya haya producido una capa de protección lo suficientemente poderosa que protegerá al famoso y le dará una especie de inmunidad pública.

Incongruencias y sospechas

Fotos de cumbre donde no se ve ninguna refencia geográfica clara, sacadas a veces encima de un montículo de nieve donde solo se ve la nieve y el cielo azul, fotos de cima cortadas a la altura de los crampones, crampones flotantes en la nieve, fotos cercanas de torso, niebla blanca de fondo, falta de vídeos de 360 grados crudos (sin editar), tiempos de los tramos de la ascensión poco coherentes, apagón repentino de los trackers (gps) que un alpinista lo tenga público,etc.., son muchos los detalles que claman al cielo pero que pasan desapercibidos para el gran público. Tampoco ayuda que las autoridades den por válidas estas ascensiones sin más y las agencias a menudo asistan en este tipo de logros creados.

Para logros históricos se debería presentar pruebas sólidas. En caso de haber hecho algo histórico, el alpinista debería mostrar pruebas sólidas y un seguimiento de la ascensión que sea clara y sin levantar sospechas. ¿Pero qué hacemos si el uso del photoshop y los programas de edición de fotos cada vez son más frecuentes? Y es más: con la aparición de la inteligencia artificial, hoy en día ya hasta los vídeos pueden ser editados, y detectar la falsedad es realmente difícil. 

Quizás la cámara llamada go-pro, que puede llevar el alpinista consigo para mostrar en directo una ascensión, sería de mucha ayuda para probar un logro. Esto y los trackers (gps) en directo, junto a vídeos crudos sin editar de 360 grados, y las fotos crudas, deberían ser ya requeridos para las ascensiones históricas. Y cuando no es así, la comunidad montañera debería exigir las pruebas sólidas para disipar dudas, empezando por el hecho de que sí se debería poder hablar de este problema con total naturalidad, abiertamente. Hemos llegado a un punto donde la ética básica del alpinismo puede estar corrompida. Debemos ser consicientes y libres para debatir estos puntos.

Una tarea muy difícil: ascensiones sin O2 suplementario

Como sabemos, escalar una montaña de más de 7.000 u 8.000 metros conlleva una enorme dificultad por la falta de oxígeno. Cuanto más subimos, menos oxígeno hay en el aire, el peligro de congelaciones, mal de altura o edemas fatales ponen en peligro al ser humano. Pues bien, en el caso de los ochomiles la mayoría de la gente escala con el uso de oxígeno suplementario, un dopaje que ayuda al alpinista a no correr- al menos- estos riesgos. Esto no significa que subir con botellas de oxígeno sea un delito o que haya que lapidar a quienes optan por usarlo. Mientras que se relate el logro con honestidad, no pasa nada. 

El problema es cuando alguien quiere vender que, por ejemplo, sin aclimatarse previamente de manera adecuada, en una hora hora es capaz de avanzar 200 metros de desnivel por encima de los 8,000 metros, aparte del hecho de no haber escalado antes ni un solo ochomil sin el uso de oxígeno suplementario en su vida, y con más inri, si en el pasado ya había sido pillado en una mentira. Sin embargo, a pesar de esto, se tiende a creer al alpinista porque debido al fuerte márketing se lo colocó en un pedestal a nivel de Dios. Acusar sin más a alguien está mal, pero tener dudas en algunos casos, es lícito. 

Muchos mienten sobre el uso de oxígeno embotellado, principalmente en las rutas normales de los ochomiles. Realmente, en los ochomiles ninguna ascensión se debería aceptar como sin O2, si la persona va acompañada por empleados sherpas que sí usan botellas de oxígeno. También hemos de admitir que subir por una ruta equipada, donde en los campos los sherpas esperan a los clientes con té caliente y los sherpas cargan hasta la mochila de los clientes, todo es banal desde el punto de vista del alpinismo, y ayuda igual o más a la persona para subir a un ochomil.

El daño que hacen las mentiras afectan la historia del alpinismo y el legado de los alpinistas del pasado honestos. Por otra parte, también dan una imagen de falsa realidad que inducirá a otros a subir sin botellas de oxígeno, porque se creen la mentira y piensan que no es tan difícil ni tan peligroso. Verificar una acensión sin O2 suplementario sigue siendo una quebradura de cabeza.

En el caso de logros históricos importantes al final queda una regla infalible: dime de quién hablas y te diré si es de fiar.

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