El danés Jonas Vingegaard, doble ganador del Tour de Francia, ha admitido recientemente en una entrevista con el diario danés Ekstra Bladet un error derivado de un descuido que bien podría haber acabado con su increíble carrera como ciclista antes de tiempo, ya que se saltó un control antidopaje sin querer y sin darse cuenta.
Todo sucedió en 2019 y de manera accidental, como relata el ciclista nórdico, que según explica dejó su teléfono móvil "en la cocina y luego el sonido no funcionó", por lo que fue incapaz de acudir a su cita con los test antidoping y falló de forma involuntaria. Una acción que, de paso, espera "que no vuelva a suceder".
Vingegaard explicó las circunstancias que le hicieron perderse el control antidopaje en 2019, y recalcó que en 2023 ha sido examinado más de 65 veces: "Dejé mi móvil en la cocina y luego el sonido no funcionó. Intentaron llamarme, pero fue imposible contestar. Fue un error, pero fueron 2 días después".
"No es tan difícil cumplir las normas de informar sobre nuestro paradero para facilitar los controles, aunque es una molestia", ha admitido el corredor danés, que además considera positiva la exhaustividad con la que se persigue esa lacra en el ciclismo: "Es bueno pasar pruebas a menudo. Todas las pruebas son negativas, pero en cierto modo suena vacío porque hace 20 años también se hicieron pruebas y había trampas".
Jonas Vingegaard ha revelado así, como algo anecdótico, el tener en su historial una prueba antidopaje perdida, un hecho que "definitivamente es algo en lo que pienso a menudo para asegurarme de que no vuelva a suceder" aunque intente quitarle importancia. Sin embargo, también se mostró tajante al condenar y lamentar los numerosos casos de dopaje en el ciclismo en el pasado, poniendo de ejemplo el reciente caso de su compañero de equipo, Michel Hessmann.
En referencia a su compañero del Jumbo Visma, que dio positivo por un diurético en una prueba fuera de competición en junio, Vingegaard ha ofrecido su punto de vista, manteniendo por el momento la presunción de inocencia de Hessmann: "No sé cómo llegó a su cuerpo, pero creo que el mayor temor de todo ciclista es que te llegue a través de algún alimento, y de esa manera dar positivo sin que tu intención haya sido hacer trampa, pero aun así lo tienes en tu cuerpo".
Aun así, Vingegaard ha considerado como "una vergüenza" que el ciclismo siga sufriendo la corriente de dopaje de hace 20 años, pero también ha señalado como positivo que se hable de ello abiertamente: "Es importante hablar del pasado, porque si lo escondes debajo de la alfombra, queda claro que a la gente todavía no le importa si todo el mundo hace trampa. Si hablas de ello, creo que hay más posibilidades de que no hagas trampa. Tal vez sea una forma de evitar que esto suceda en el futuro".
Para concluir, Vingegaard ha querido poner la mano en el fuego sobre la credibilidad del pelotón actual y la suya propia, defendiendo la limpieza de una disciplina cuyo prestigio está muy afectado por el dopaje: "No tomo nada, y no creo que el resto del pelotón lo haga. Como pude ganar el Tour de Francia dos veces sin tomar nada, también creo que los demás tampoco toman nada".
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