Las jugadoras de la Selección luchan por mucho más que por su profesión. Es un pulso por la dignidad y el respeto. Hace años, el camino para ganar derechos era físico: huelgas sin cobrar, hambre y palos. Hoy es más sibilino, y ellas son el ejemplo. Una reunión maratoniana de noche, con cambio de lugar casi sin avisar, horas antes de un partido y con la amenaza del castigo. Aun así, resisten y van ganando pequeñas batallas. Ante Suecia, deberían sentir todo nuestro apoyo porque luchan por todas.
OPINIÓN21.09.2023 - 07:10h
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