El Real Madrid hizo los deberes ante un rival netamente inferior como el Cacereño, de Segunda RFEF, pero lo hizo sin soltura, ideas claras ni dominio sobre el rival, pasando unos apuros impropios del campeón de Europa y de Liga. 

El césped del Estadio Príncipe Felipe de Cáceres no estaba en el mejor estado posible para practicar el balompié, pero no es excusa para explicar la pírrica victoria del conjunto dirigido por Carlo Ancelotti, que se la jugó a dejar a sus mejores hombres en Madrid y casi le sale mal.

En cambio, el Cacereño sí que tuvo las ideas claras durante todo el encuentro. Su portero, Iván Moreno, sostuvo al equipo cuando lo necesitó, aunque ante el golazo de Rodrygo no pudo hacer nada. Mientras, Carmelo y Manchón se dedicaron a probar a Lunin y a generar mucho peligro a balón parado. Aun así, la defensa madridista no flaqueó, como ya le ha sucedido en eliminatorias parecidas en años anteriores, y apenas concedió disparos entre los tres palos.

En la segunda parte, Ancelotti movió el banquillo y el equipo despertó por momentos, aunque siempre dejó la sensación de estar sesteando y de no tomarse el partido en serio. Con un Hazard tan desganado y poco inspirado, no era de extrañar. Aun así, esta vez esa relajación no les pasó factura, ya que la calidad individual de Rodrygo salió a relucir cuando más la necesitaba su equipo, como siempre sucede con el joven brasileño. 

Cerca del minuto 70, recibió un balón en el pico del área, encaró a dos y se fue haciendo la famosa ‘croqueta’ de Iniesta para perfilarse en el área y colocar el balón en la escuadra. A partir de aquí, los últimos minutos fueron de nerviosismo y desesperación para el Cacereño, que se quedó a las puertas de dar la campanada pero puede marcharse con la cabeza bien alta.