La comparación hace tiempo que es inevitable: Nadal y Alcaraz. Alcaraz y Nadal. Pese a que ambos se desmarcan de la comparativa cada vez que le preguntan, tanto periodistas como aficionados y hasta los propios torneos así lo señalan.

"La comparación es real", puso ayer la cuenta oficial, nada menos, del US Open después de la victoria del tenista murciano ante Jannik Sinner en un épico partido que se decidió a cinco set. Se refería el torneo estadounidense a que Alcaraz se ha convertido en el tenista más joven en llegar a las semifinales de un Grand Slam desde... Rafael Nadal.

En el año 2005, el balear llegó a las semifinales de Roland Garros, torneo que acabó levantando tras vencer a Roger Federer en la penúltima ronda el día de su 19 cumpleaños (es decir, llegó a semifinales con 18 años y 363 días) y en la final a Mariano Puerta dos días después. Ahora, Alcaraz llega a las semifinales del US Open con 19 años, cuatro meses y dos días, el más joven en hacerlo en un Grand Slam desde Nadal. Habrá que ver si también acaba levantando el torneo como entonces hizo Rafa. 

Aunque otro aspecto también hace que uno recuerdo al otro: esa forma de no rendirse pese a que aparentemente esté todo en contra. Punto a punto hasta la remontada. Ante Sinner, Alcaraz llegó a ir dos sets a uno abajo y 5-4 en contra con servicio del italiano, que además dispuso un punto de partido. El de El Palmar salvó el match point, rompió el servicio de su rival, ganó los dos juegos siguientes para llevarse la manga y el resto es historia.

Una situación que evocó a otra imagen en la mente de todos los aficionados al tenis, la de la final del pasado Abierto de Australia entre Nadal y Daniil Medvedev. El ruso dominaba por dos sets a cero y tuvo tres bolas de break para adelantarse en la tercera manga. En ese momento, Nadal reaccionó, salvó el juego, se llevó la tercera manga y completó una remontada para la historia. El 'win predictor' le daba apenas un 4% de opciones de ganar al tenista español en aquella final. 

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Evidentemente, las comparaciones son odiosas y es injusto exigirle a Alcaraz los éxitos del mallorquín, pero una cosa parece clara: el tenis español ya tiene el tan deseado -e inesperado- relevo. Porque ni Nadal, como el mismo se ha encargado de repetir en los últimos meses, es eterno.