Lo de Rafa Nadal ya no tiene calificativos. Lo de Rafa Nadal es espectacular, irrepetible, épico, histórico, incomparable, inenarrable... Es ponerse y no acabar. Su victoria en cuartos de final de Wimbledon ante Taylor Fritz (3-6, 7-5, 3-6, 7-5 y 7-6 (4)) pasará a los anales del tenis, por lo heroico de la remontada, por los dolores abdominales y por la enorme superioridad en un supertiebreak que se antojaba igualado.
Nadal sufrió de lo lindo en un partido en el que empezó perdiendo 6-3 lastrado por unas molestias abdominales que le obligaron a llamar al fisio. El balear puso un nudo en el estómago a todos los presentes y lo apretó más todavía cuando se fue con el médico al vestuario en mitad del segundo acto.
El padre de Rafa le decía con gestos evidentes que tirase la toalla y abandonase el partido, pero Nadal hizo oídos sordos. Se tomó un momento y regresó a la central de Wimbledon para apuntarse el segundo set e igualar un partido que parecía tener un guion preestablecido.
Con el hándicap de las molestias físicas, Nadal adapto su tenis (y su cabeza) a la oposición de un Fritz que se llevó el tercer set sin demasiadas complicaciones, pero consciente de que Rafa no estaba ahí para verlas venir y bajar los brazos.
Y así fue. El balear renació en el cuarto set y volvió a igualar un partido que el norteamericano sintió suyo en algunos compases de este acto, pero en el que vio que Nadal estaba dispuesto a luchar hasta el final... sin importar el número de juegos que tuviese que enfrentarse también a unas molestias físicas que tampoco iban a poder con él.
El mismo jugador que en una segunda visita del fisio le dijo "voy a esperar un poco más" se plantó en el quinto set con toda la mala (o buena, depende de cómo se mire) intención del mundo. A sus 36 años y con más achaques que virtudes físicas, Rafa Nadal dejó claro que no hay ningún otro tenista en el mundo con más carácter y coraje que él. Ninguno.
El quinto set fue un toma y daca de manual, en el que Rafa consiguió un break que le ponía las cosas de cara... hasta que Fritz se lo devolvió sólo un juego más tarde. Igualdad máxima y tensión absoluta, sobre todo cuando el norteamericano tuvo en sus manos la victoria con el 6-5, pero vio como el balear empataba de nuevo y mandaba todo al supertiebreak.
El desempate se preveía épico, de esos que juegan con el ritmo cardíaco de quien lo ve, pero Nadal rompió con lo esperado y sacó su mejor tenis cuando más falta hacía. Rafa dominó de principio a fin y terminó el partido con un grito que mientras se escriben estas líneas todavía resuena en el cielo de Londres.
Con la victoria en el bolsillo, ahora toca mirar a semifinales, donde el español se enfrentará el viernes a un viejo conocido como Nick Kyrgios, que está viviendo su momento más dulce sobre la hierba de Wimbledon.
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