El Real Madrid se quitó de encima la espina de la derrota ante el Sheriff en el regreso de la Champions con el método más infalible en el mundo del fútbol: una goleada. Los de Ancelotti le endosaron al Shakhtar en su casa un sonoro 0-5, mérito de todo el equipo pero con un nombre por encima de todos: Vinícius.

El brasileño parece haber dejado atrás de una ver por todas sus problemas con el gol y derrocha desparpajo y atrevimiento, como siempre ha acostumbrado, con la diferencia de que encima ahora le sale bien.

En Ucrania, la perla de la delantera blanca fue el mejor de su equipo, con permiso de un excelso Karim Benzema que parece el encargado de supervisar todo antes de que se convierta en jugada exitosa.

El primer tanto de Vinícius de un doblete para enmarcar fue nació de las botas del francés y, especialmente, de un Luka Modric que se empeña en probar en cada ocasión algún error en la edad que figura en su carnet de identidad. 

El croata le metió un pase de primeras a Vini tras recibir de Benzema que el brasileño culminó con una definición exquisita, que dista mucho de la torpeza y nerviosismo de sus primeros años en el club madridista.

Y, entonces, el golazo

Sólo hubo que esperar cuatro minutos para asistir a otro espectáculo de Vinícius. En estado de gracia y tocado, además de por el talento que ya demostraba, también ahora por la fortuna necesaria en el fútbol y una sólida confianza, decidió que era el momento de desplegar todo su arsenal de bicicletas y tretas para unos rivales que no sabían ni cómo abordarle y a quienes fue dejando hundidos con cada quiebro.

El mejor gol de Vinícius desde que viste la camiseta del Real Madrid y que supuso un 0-3 liberador a cuya fiesta se sumaron Rodrygo y Benzema para cerrar la noche con una manita que invita a los pesimistas a, por lo menos, volvérselo a pensar.