El plan de Luis Enrique: así atropelló la 'Luchoneta' a la todopoderosa Italia

Luis Enrique y Yeremi Pino, en el Italia - España de la Nations League
Luis Enrique y Yeremi Pino, en el Italia - España de la Nations League
EFE
Luis Enrique y Yeremi Pino, en el Italia - España de la Nations League

Luis Enrique se ha acostumbrado a recibir a puerta gayola a sus críticos, que son muchos y van con el cuchillo entre los dientes. No hay rueda de prensa cómoda, ni análisis netamente a su favor. Incluso en la victoria juega en campo contrario.

El seleccionador no está incómodo en ese escenario. Él se considera superior, no duda en perdonar cuantas vidas periodísticas hagan falta y si tiene que ponerse de escudo frente a las flechas, lo hará. Entre el napalm se maneja mejor que entre el perfume, y una vez más ante Italia demostró que su plan es acertado. La victoria contra la vigente campeona de Europa, a la que ya unos meses atrás puso contra las cuerdas y llevó hasta los penaltis, no es más que la reivindicación de una idea que defenderá hasta la muerte deportiva de su proyecto.

En el mismo once ya sacó a relucir sus intenciones. ¿Que le critican por llevar a Gavi? Él le hace titular con 17 años y 62 días, batiendo otro récord de precocidad. ¿Que no lleva un '9' puro? Lo fía todo a Ferrán Torres, que no es '9' ni falta le hace para llevar 11 goles en 21 partidos. ¿Que se duda de las capacidades de Koke? Se convierte en la sombra de Jorginho y le seca.

Todo eso y más lo hizo desde el banquillo. La idea de Luis Enrique es clara: presión constante y posesión como máximas, pero creando ocasiones. Y si se puede abrir por bandas, mejor que por el centro. Prueba de ello es cómo llegaron los goles: centro de Oyarzabal, gol de Ferrán. Y bis. El fútbol asociativo como epílogo, argumento y fin irrenunciable.

La reivindicación de Luis Enrique llega en un momento crítico. Las lesiones le han permitido probar a otros jugadores, incluso con dudas, y ese plan 'B', que no es más que una evolución del 'A', le salió bien.

"Hemos vuelto a generarles mucho peligro, a presionarles muy bien", recordó el asturiano nada más acabar este partido. La valentía se le presupone, como a los toreros, y pocos más echados para adelante que el seleccionador: ya le ganó la partida táctica a Roberto Mancini (37 partidos sin perder meten el tembleque en el cuerpo a cualquier rival) en la Eurocopa y volvió a hacerlo en San Siro. La diferencia es que esta vez se sufrió sin llegar a los penaltis. 

La expulsión de Bonucci, sin restarle mérito a la victoria, atragantó las miles de gargantas transalpinas que se desgañitaron con el siempre emocionante 'Fratelli D'Italia'. Y eso también lo supo leer.

El abrazo con Gavi

Sacar a Gavi podía haberle salido entre mal y muy mal. Luis Enrique era muy consciente de que asomar a un niño en el coliseo implicaba que los dientes y plumas de los periodistas se afilaran con avidez, pero lejos de no cumplir, lo hizo a lo grande. Y cubriendo a su ídolo, un Marco Verratti que se encontró a un chaval de 17 años mirándole de tú a tú.

En su primer encuentro como internacional, Gavi sacó una madurez impropia. Se encaró con hombres como Chiellini, que debutó en primera apenas unos meses después de que él naciera en Los Palacios. Por eso el abrazo que se dio con Luis Enrique al final del encuentro tiene una lectura mucho más amplia: agradecimiento mutuo y certeza de que se volverán a encontrar. 

"De Gavi hablamos de un caso nada normal. Está jugando como en el patio de su casa. Es el futuro y el presente de la selección", dijo el seleccionador sobre un jugador, usando sus palabras, "absolutamente anormal" pero que se adapta a la perfección a lo que él quiere. Lo mismo podía haber dicho de Yeremi Pino, de Bryan Gil o del propio Ferrán, futbolistas nacidos más allá del 2000 que están destinados a ser el núcleo del equipo español, si es que no lo son ya.

Ahora toca llegar a meta con éxito. La 'Luchoneta' sigue teniendo sitio para los que aún no creen, incluidos muchos periodistas que según el seleccionador saben menos que él. El rival, sea Bélgica, sea Francia, medirá si es un Fórmula 1 o se queda en un simple patinete. Porque el fútbol, como el deporte y la vida en general, se basa en los resultados. ¿O es que esta España es muy distinta a la  que perdió con Suecia hace poco más de un mes?

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