La empresa americana de equipamiento deportivo, Reebok, era hasta ahora el principal patrocinador de CrossFit, un método de entrenamiento de alta intensidad, muy de moda en los últimos años, basado en ejercicios de militares, bomberos y policías.
Sin embargo, la marca ha decidido romper su acuerdo que terminaba a finales de año, por un polémico tweet racista del CEO y fundador de los entrenamientos CrossFit, Greg Glassman, expolicía de 63 años. "El racismo es un asunto de salud pública", escribía el Instituto para la Salud y la Educación, condenando la muerte de George Floyd. La respuesta de Glassman intentaba tirar de ingenio y aludía al coronavirus. "Es Floyd-19", escribía en su Twitter.
It's FLOYD-19.
— Greg Glassman (@CrossFitCEO) June 6, 2020
Reebok ha preferido ceñirse a sus principios más que al rédito económico que pueden sacar de su relación, que no es baladí. CrossFit factura 45 millones de dólares al año con sus 15.000 'boxes' en unos 150 países. De hecho, estas declaraciones ya le han pasado factura a la marca de entrenamientos más allá de la ruptura de relaciones con la empresa americana.
Hasta cien gimnasios afiliados a la marca se han desvinculado de CrossFit y varias de sus estrellas se han desmarcado de las palabras del CEO, como Katrin Davidsdottir, Chris Spealler o Jason Khalipa. La directora de entrenamientos, Nicole Carroll, fue más allá y dimitió tras 16 años en la empresa. "Esas palabras no representan lo que hemos sido", declaró.
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