Esta vivienda, situada en la periferia madrileña, fue adquirida hace cuatro años en una situación de conservación pésima (llevaba 20 años cerrada) y con una distribución muy poco adecuada a las necesidades de sus nuevos propietarios: una pareja de mediana edad.
Tras una importante reforma en la que cayeron muchos tabiques, se ha convertido en un piso diáfano y clásico de unos 90 metros cuadrados, en el que se respira el amor de su dueña por la madera.
Algunos aciertos
-La cocina, amplia y dividida en dos zonas, ha sido panelada en madera a media altura, en un tono que casa con los muebles y con el tono verde predominante en el resto de la pared.
-La apuesta por el blanco en sofás, cortinas, colchas... encaja a la perfección con los tonos melocotones, ocres y cremas en los que está pintada y con la madera.
-La vidriera doble de la puerta que da acceso al salón comedor. De diseño propio y confeccionada por un artesano local.
-Las cortinas de las dos terrazas y las ventanas, escogidas por frenar apenas el paso de la luz y que han hecho de la casa un lugar muy luminoso.
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