Añorada ciudadana. Veo las escasas fotos del piso de Reus (Tarragona) al que, pese a todo, usted llamaba hogar. La mesita, el espejo, la silla, los taburetes descalabrados..., la sencillez elocuente de todo el mobiliario aparece ahora tiznada por el grafito turbio del humo. El lunes perdió usted a la vida, a los 81 años, en el incendio nocturno y accidental de este decorado humilde hasta la indigencia. Sucedió en el centro de la villa, al lado de cafeterías chic y un bar lounge -cuántas fronteras admite cualquier pedazo de tierra y qué poco nos importan-. Murió usted por culpa de una vela, ha dicho TVE, como si se tratara de afición el puro apremio de no tener bombillas en medio de las frías noches prenavideñas. Otros han destramado la falacia: era usted una de las más de cinco millones de personas que viven en España en situación de pobreza energética, según datos creíbles de la Asociación de Ciencias Ambientales. Conviene repetir, casi deletreando, la expresión: pobreza energética. Hablamos de quien pasa frío porque no puede encender la calefacción, quien calcula al detalle cada kilowatio porque está pelado, quien vive en la penumbra de los suministros básicos cortados porque no le alcanza para pagar el recibo -en este caso debía usted dos meses a Gas Natural, dicen las noticias (no las de TVE), y no había pedido la ayuda municipal a la que tendría derecho, porque acaso mendigar le parecía deshonroso o estaba cansada y aún recordaba con un resabio de romanticismo la luz de abrazo de las velas de su niñez de españolita de postguerra-.
Hablamos de casos que invitan, sé que usted me perdonará la franqueza, a salir a la calle y repartir unas cuantas hostias para sentir que algo podemos hacer. A veces, lo dijo un hijo ilustre de Reus, el anarquista Juan García Oliver, "la verdad, la bella verdad solo puede ser apreciada si, junto a ella, como parte de ella misma, está también la fea cara de la verdad". Ahora comienza un nuevo capítulo, la otra humareda: Servicios Sociales dice que Gas Natural no avisó del corte, la empresa está calladita, el Govern conjuga en condicional, los más conmovidos pedimos #NadieSinLuz o, al menos, puestos a mendigar lo que debiera ser aristotélico, una tregua invernal...
Mientras tanto, está usted muerta, y a su nieta y conviviente, imagino, le tocará salvar dos o tres enseres del decorado de la miseria, quizá ayudada por una linterna que le presten en el bar lounge.
Me culpo yo también.
Reciba un doliente saludo, Jose Ángel González
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