Brasil, Rusia, India y China, economías emergentes en busca de más poder político

  • Los llamados BRIC -Brasil, Rusia,India y China- pugnan con Occidente por tener mayor influencia en el contexto internacional.
  • El término fue acuñado en 2001 por un economista de Goldman Sachs.
  • Diez años después, su pujanza trastoca el mapa geopolítico a pesar de que entre sí todavía no estén vinculados por tratados.
La candidata a la presidencia de Brasil por el Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff, acompañada del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en un acto de campaña electoral.
La candidata a la presidencia de Brasil por el Partido de los Trabajadores, Dilma Roussef, acompañada del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en un acto de campaña electoral.
EFE
La candidata a la presidencia de Brasil por el Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff, acompañada del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en un acto de campaña electoral.

El nuevo mundo multipolar no termina de nacer y el viejo (y breve) orden unipolar no acaba de morir. EE UU y la UE siguen atrapados en el lodo de la crisis mientras que un puñado de países emergentes, cuyas economías se han mostrado menos vulnerables durante estos años, piden paso a través de las remozadas instituciones internacionales.

Entre estos nuevos actores, los cuatro que componen los llamados BRIC -Brasil, Rusia, India y China- son los alumnos más adelantados en lo económico (representan un tercio del PIB global y representarán casi la mitad en 2020, según un informe del Egmont Institute) y los que con más vehemencia exigen una mayor cuota de participación política.

La expectación ante las elecciones brasileñas (el ganador se decide en segunda vuelta el 31 de octubre) o las cíclicas minicrisis entre occidente y China (las últimas a raíz de su política monetaria y humanitaria) ejemplifican lo entretejido de las relaciones internacionales tras el fin de la 'década perdida'. Una década que comenzó, precisamente, con la acuñación del término BRIC y la presentación en sociedad de la futura 'Asia emergente'.

BRIC, una 'creación' de Goldman Sachs

En 2001, un economista de Goldman Sachs publicó un artículo que cantaba las bondades de cuatro grandes países emergentes y los aglutinaba en un acrónimo -BRIC- estrictamente económico y, por aquel entonces, sin connotaciones políticas. Casi diez años después, los BRIC celebraron su primera cumbre con aspiraciones geoestratégicas. Fue en la ciudad rusa de Yekaterinburg, en junio de 2009, en plena crisis.

Además de diversos acuerdos energéticos, los cuatro países emitieron una declaración conjunta en la que reclamaban mayor presencia en las Instituciones Financieras Internacionales; es decir, mayor poder de decisión global.

Pero lo cierto, todavía hoy, es que su débil coordinación (los BRIC no están vinculados entre sí por ningún tratado internacional) y la heterogeneidad de sus sistemas políticos -Brasil e India son democracias, Rusia una plutocracia y China una dictadura turbocapitalista- lastran sus posibilidades de funcionamiento como bloque.

Presencia en instituciones internacionales

La crisis económica ha reventado las costuras de la comunidad internacional. Pero que EE UU no comande el mundo en solitario no implica que su declive sea inexorable e instantáneo; que China ya sea la segunda potencia económica no restablece el equilibrio perdido en 1991 sino que añade un engranaje más a la maquinaria de cumbres, rondas y asambleas.

La llamada multipolaridad asimétrica -el poder está diversificado pero irregularmente distribuido- puede llegar a ser más democrática, pero no más fácil de gobernar. En esta coyuntura tratan de buscar su sitio Brasil, Rusia, China e India.

De los cuatro BRIC, sólo Rusia y China son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU), a pesar de que India -no así Brasil- cuenta con armamento nuclear.

En relación con la OCDE, ninguno de los estados del cuarteto es miembro de pleno derecho de la organización, si bien Rusia mantiene un estatus especial como país candidato y las demás tienen lazos de cooperación con el resto de los 33 países que la conforman.

En el seno del FMI, el equilibrio de fuerzas es más complejo. La evidencia de los últimos años es que la reforma de esta institución clave de la gobernanza mundial será farragosa y lenta, a pesar del reciente anuncio de la cesión de poder a los países emergentes.

El sistema de cuotas que está en la base de su funcionamiento (determina aspectos básicos como las votaciones o los préstamos) y que controla el Directorio Ejecutivo sólo se ha reformado en dos ocasiones desde su fundación.

Pese a que el sistema pasa por ser proporcionado, los BRIC, y sobre todo China, están infrarepresentados en él. Mientras que EE UU y la UE representan el 49%, Brasil, China, Rusia e India juntos apenas llegan al 10%.

Con la reforma, anunciada este pasado fin de semana, los países europeos dan su brazo a torcer y ceden poder de voto -un 6% más- a las economías emergentes. Esto significará, entre otros cambios, que China se colocará como tercer país más influyente por porcentaje de votos, tras EE UU y Japón, y por delante de Alemania o Reino Unido.

En otra de las instituciones de Bretton Woods, el Banco Mundial, el reparto de poder -tan cuestionado históricamente como en el FMI- ha sido varias veces modificado. La última, en abril de 2010.

Entonces, los países miembros alcanzaron un acuerdo preliminar para cambiar en un 3,13% el poder de voto para otorgar mayor peso a las economías en desarrollo. Un acuerdo gracias al cual China, uno de los países más beneficiados, superó en poder de voto a Alemania, Francia y Gran Bretaña.

Por último, en cuanto al G-20, que no es organismo sino un foro de cooperación, los cuatro BRIC toman parten en sus reuniones anuales (la de este año tendrá lugar en Corea del Sur el 11 y el 12 de noviembre). Ha sido precisamente en una ronda preparatoria de esta cita donde los ministros del G-20 han acordado los cambios en la estructura de poder del FMI comentados con anterioridad.

LOS BRIC UNO A UNO

BRASIL

El Brasil de la era poslula tiene motivos para el optimismo. El nuevo presidente que salga de las elecciones de este próximo domingo heredará un país, la locomotora de América Latina, con unas tasas de crecimiento económico muy por encima de sus vecinos  (un 7% este año, según el FMI) y superiores también a las de la UE y EE UU.

Heredará, además, una nación con una democracia consolidada, una pujante clase media (que seguirá creciendo durante la próxima década) y un horizonte de grandes eventos de masas, como el Mundial de Fútbol, que se celebrará en 2014, y los Juegos Olímpicos, que tendrán lugar dos años después, que le servirán para vertebrar el país, fortalecer la economía y mejorar la proyección internacional.

El horizonte, en general bastante despejado, esconde algunos nubarrones en forma de corrupción recurrente, bolsas de pobreza enquistada y sobreexplotación desordenada de los enormes recursos naturales con los que cuenta.

RUSIA

Rusia crecerá este 2010, según datos de su propio Gobierno, por encima del 4%, y su déficit no superará el 3,4%. Pese a existir fuertes desequilibrios en la distribución de la renta, parece que el problema de Rusia no es ya el de la salida de la crisis. Es más, algunos analistas apuntan un futuro más que prometedor: dentro de una década el país podría convertirse en el más poderoso económicamente de Europa.

Encuadrada dentro de lo que se ha llamado el Asia emergente pero al mismo tiempo parte fundamental de occidente, Rusia mantiene respecto a Europa y EE UU una posición de calculada ambigüedad. La difícil relación con sus ex satélites de época soviética, el solapamiento entre los poderes económico y político y las airadas reclamaciones de la oposición para que el país avance por la senda democrática, provocan el recelo internacional.

INDIA

Es la mayor democracia del planeta (1.156 millones de habitantes, según datos de la CIA). Un título que en ocasiones oculta las carencias de un gigantesco país, el séptimo en el mundo en extesión, cuyos fuertes desequilibrios sociales, amenazas terroristas y conflictos fronterizos (con el vecino Pakistán, por la región de Cachemira) siguen sin encontrar los cauces de resolución definitivos.

India, cuyas tasas de crecimiento - un 8,5% en 2010- la sitúan como el segundo país -tras China- dentro del continente asiático, sigue siendo mayoritariamente una nación agrícola (el sector primario ocupa más del 50%), con una industria débil y una red de transportes deficiente. Además, el 25% de su población sigue sumida en el nivel más bajo de pobreza.

A su favor, el país tiene una situación demográfica inmejorable (con una población bastante más joven que la china) y un sistema político democrático con la suficiente legitimidad para cohesionar a la naciente sociedad civil.

CHINA

De China llegan dos tipos de noticias que parecen contradecirse. Por un lado, su crecimiento económico, que ha sido casi del 10% en el último trimestre. Por otro, las contradicciones internas de un régimen dictatorial que se alimenta del libre mercado con el mismo celo con que reprime las opiniones disidentes dentro del país (y censura lo que considera ataques de Occidente, como la concesión del Nobel de la Paz a Liu Xiaobo).

El país lleva varias décadas experimentando una férrea ortodoxia comunista en lo político y un pujante capitalismo en lo económico. Una estrategia que le ha permitido obtener la legitimidad internacional -o, al menos el respeto de las grandes potencias- por la vía de yuan, su cada vez más floreciente y voraz moneda.

Pero, incluso para China, no todo son buenas noticias. Su población (fruto de la política del 'hijo único') envejece más rápido que la del resto de BRIC, lo que podría lastrar su crecimiento en el futuro. Su opaca clase política no estimula el establecimiento de una sociedad civil fuerte y una justicia social arraigada. Hasta ahora, la promesa de un progreso y bienestar económico imparables ha favorecido el inmovilismo de los dirigentes del PCCh. Quizá no vaya a ser así siempre.

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