Cuando llegue este lunes, será el día más sencillo para Ahmed Belghazi desde hace un mes. Despertará esta mañana y podrá comer aunque haya salido el sol. Beberá agua si la sed arrecia en su trabajo y podrá, hoy sí, disfrutar de relaciones sexuales. Ayer terminó el Ramadán para los 20.000 musulmanes que viven en Euskadi.
Porque durante 30 días Ahmed hubo de observar un riguroso ayuno desde la salida hasta la puesta de sol. Los rigores de la abstinencia empezaban a hacer mella pasado el mediodía, cuando en su tienda Bazar Rif de Somera sus tripas crujían.
«Fuera de Marruecos el Ramadán es más duro. Mira esto, aquí sales fuera y todo el mundo está comiendo, de pintxos, y así no puedo...», bromeaba Ahmed la pasada semana en el mostrador de su negocio.
Pero hoy es un gran día. Alma limpia y papo lleno.
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