El pasado 12 de marzo, Vera Lúcia Pereira, brasileña de Sao Paulo, cumplía 59 años. Había decidido celebrar una fiesta al día siguiente con 28 invitados. Pese a la creciente sombra del coronavirus, la mujer decidió seguir adelante. Después, 14 de los miembros de su familia enfermaron y tres han muerto.

Tal como recoge la BBC, "Teníamos dudas, pero decidimos hacerla, porque no había tantos casos en el país". En realidad, ese 13 de marzo había 98 casos en Brasil y 56 en Sao Paulo.

Tras la fiesta, en los grupos de WhatsApp de la familia los miembros empezaron a referir síntomas. A los pocos días, la mitad dio positivo por coronavirus.

Pero la cosa empeoró: tres hermanos del marido de Vera han muerto tras haber sufrido la enfermedad.

"Es una gran tristeza. Esto solo muestra lo agresiva que es esta enfermedad, porque a pesar de que tuvo acceso al hospital y a respiradores mecánicos, no pudieron salvarla", dice Rafaela Hanae, de 33 años, sobre su madre, una de las víctimas mortales.

"Todavía había pocos casos en Brasil, así que pensamos que era algo muy lejano", dijo María Salete Vieira, otra de las asistentes al cumpleaños.

Asegura que ningún miembro de la familia tuvo síntomas durante la fiesta, por lo que no saben quién pudo ser el primer contagiado. "Descubrir eso ahora no va a cambiar nada para nosotros", afirma.

Los supervivientes de la fiesta del 13 de marzo permanecen aislados. Los que enfermaron ya se han recuperado, aunque todos eligieron permanecer en cuarentena por precaución.

Ahora, piden a la gente que se conciencie: "Esto no es un resfriado. Es una catástrofe. Es un virus horrible y muy cruel. Puede llevarse a las personas muy rápidamente. Todos deben comprender la importancia de cuidarse, aislarse y cuidar de los suyos. Es esencial tener más empatía y respeto por los demás en este momento", dice Rafaela Hanae.