Los cubanos recibieron el martes con tranquilidad el anuncio de que Fidel Castro , por razones de salud, no aceptaría ser reelegido presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe tras casi medio siglo en el poder.

La calma sigue reinando por las calles de la capital cubana, cuyos habitantes se muestran escépticos ante la posibilidad de que el cambio en la Presidencia traiga cambios reales a la isla y a sus vidas.

La sucesión de Castro es ahora la cuestión que queda por decidir y que se desvelará el domingo. A pesar de que Raúl Castro, hermano de Fidel, ha desempeñado las funciones de presidente provisional durante el tiempo que ha durado la enfermedad del líder cubano, y se dibuja como el político con más prestigio, sus 75 años le restan posibilidades para acceder al poder.

Otros candidatos con opciones son el vicepresidente Carlos Lage, de 56 años, y Felipe Pérez Roque, de 43, exponentes de una población que creció con la revolución.

Cabe además la posibilidad de que Raúl Castro tuviera las atribuciones de jefe de Estado como presidente del Consejo de Estado y el vicepresidente, Carlos Lage, se ocupara de las tareas de jefe del cuerpo ministerial.

Más incógnitas

Pero hay más incógnitas que quedan por resolver. Entre ellas, qué va a pasar ahora con el líder cubano y si por el hecho de renunciar a sus cargos se le dejarán de consultar "las decisiones más importantes" del país como, según los dirigentes cubanos, se ha hecho en los últimos meses de una convalecencia que comenzó en julio del 2006.

"A lo largo del año, una reforma constitucional para cambiar los Consejos de Estado y de Ministros es perfectamente posible", afirman algunos analistas, que en todo caso, asumen que "son más la interrogantes que quedan que las que se han despejado".

Últimas reacciones

Desde que la noticia saltó al diario Granma, las reacciones no han dejado de sucederse, entre ellas la del presidente de EE UU George Bush, quien auguró "una transición democrática" en la isla caribeña. La última ha sido la del régimen comunista de Vietnam, uno de los mayores aliados de Cuba, que manifestó su respeto por la decisión del líder cubano, aunque espera de él que "continúe impulsando la revolución cubana".