La "ejemplar" acogida de Naveed: "No es el refugiado que vive con nosotros, es uno más del grupo"

  • María Jesús y Patxi llevan casi un año cooperando con CEAR en el proceso de integración en España de un refugiado pakistaní.
  • "El acogimiento no puede ser tan espontáneo como quisiéramos, pero con este tipo de colaboración ha resultado más sencillo", asegura ella.
  • El joven, pendiente aún de su solicitud de asilo, se mudará definitivamente en unos días del centro de acogida en el que está al hogar que le ofrece esta pareja.
  • En su informe anual, preludio de la celebración este martes del Día Mundial de los Refugiados, CEAR exige acabar con los retrasos en las resoluciones.
Naveed, junto a María Jesús y Patxi, en la casa del matrimonio en Aranjuez.
Naveed, junto a María Jesús y Patxi, en la casa del matrimonio en Aranjuez.
JORGE PARÍS
Naveed, junto a María Jesús y Patxi, en la casa del matrimonio en Aranjuez.

En casa de María Jesús Vals y Patxi Iriondo hay disponible una habitación para Naveed desde hace meses. Una estancia luminosa y con estanterías repletas de libros que hasta ahora este pakistaní de 19 años solo ha utilizado los fines de semana. Hasta ahora, porque a partir del 30 de junio dejará de vivir en el centro de acogida que la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) gestiona en la ciudad madrileña de Getafe y se mudará definitivamente al hogar que el matrimonio le ofrece en Aranjuez. "Solo queda hacer hueco en el armario para sus cosas", comenta María Jesús con una sonrisa.

Patxi conoció a Naveed hace un año cuando, tras prejubilarse con 61, pasó los meses de abril y mayo como voluntario en el campo de refugiados de Pikpa. El joven había llegado a la isla griega de Lesbos a finales de enero, dejando atrás una dura travesía a la que se lanzó alentado por su padre, quien creyó que huir era la única forma de que no fuese asesinado por quienes intentan arrebatarles la pequeña porción de tierra con la que se sustentan. La mano derecha se le había congelado en la frontera entre Irán y Turquía y la gangrena amenazaba con extenderse.

Ante su grave situación, tres cooperantes españoles habían contactado con CEAR, que no cesó hasta conseguir que el 1 de julio el chico fuese trasladado a Madrid para ser operado. De los cinco dedos ya solo fue posible salvarle el pulgar. "Pasaron tres meses desde que la organización inició los trámites hasta que le dejaron venir a España. Cuanto antes le hubieran operado, menos habría perdido", lamenta Patxi, con quien Naveed contactó al salir del hospital.

Aquella primera llamada fue el inicio de una relación paternofilial que se ha ido consolidando poco a poco. Las primeras visitas y los primeros paseos fueron dando lugar a comidas, excursiones y finalmente a la generación de unos vínculos que han llevado a este matrimonio a abrirle al joven las puertas de su casa, de su familia y de su círculo de amigos. Sus hijas, de 25 y 27 años, no viven ya con ellos pero desde Londres mantienen contacto por Whatsapp con quien prácticamente se ha convertido en el tercer hermano. "Todos le han acogido muy bien, con naturalidad. No es el refugiado que vive con María Jesús y Patxi, sino Naveed, uno más del grupo", señala esta profesora de 59 años.

La confianza que se ha creado entre los tres resulta evidente y pone de manifiesto que la pareja ha sabido ofrecerle al chaval lo que venía demandando: "Apoyo, cariño, cercanía y una estructura familiar". Hasta tal punto que para Naveed, Patxi es su "aita" y María Jesús, su "mamá". "Tengo mucha suerte porque tengo dos familias, una en Pakistán [con la que se comunica casi a diario] y otra en España", afirma, en un español en el que a veces le cuesta expresarse pero que va dominando.

Buena voluntad frente al choque cultural

"Tiene muchas ganas de integrarse y de aprender", cuenta su madre de acogida, aunque no siempre resulta fácil, reconoce. "El choque cultural es enorme, pero todos ponemos muy buena voluntad", agrega. "Nosotros por ejemplo compartimos las tareas de la casa y él lo ha asumido pero al principio le costaba. No se negaba a hacerlas pero le causaba extrañeza. O cuestiones anecdóticas, como que en su país se acuestan vestidos, con la ropa de la calle. Estamos en ese proceso de intentar que duerma con pijama", concreta.

Lo que más le está costando a Naveed es estudiar porque "no está acostumbrado". Tanto María Jesús como su marido, profesor también, intentan ayudarle con diferentes materias: "Trabajamos todo lo que podemos con él porque creemos que para que su integración tenga éxito tiene que aprender ciertas cosas básicas". Ahora está cursando un módulo de cocina y tal vez más adelante quiera continuar con su formación profesional.

CEAR considera "ejemplar" la forma en la que ONG y particulares se han complementado en este caso para colaborar en el proceso de integración de un solicitante de asilo. La petición de Naveed es una de las casi 21.000 que el Gobierno tiene aún sin resolver. En la presentación el viernes de su informe anual, preludio de la celebración este martes del Día Mundial de los Refugiados, la comisión exigió que se acabe con los retrasos en estas resoluciones. Patxi y María Jesús participaron en dicha presentación, invitados por la organización para que compartiesen su experiencia.

"Hay mucha gente deseando acoger a una persona o a una familia pero no encuentra los cauces para hacerlo. Nosotros hemos tenido la suerte de contar con CEAR. No es fácil, y el acogimiento no puede ser tan espontáneo como quisiéramos, pero con este tipo de colaboración ha resultado más sencillo", apunta María Jesús. "Naveed ha vivido este primer año en el centro de acogida y era lo adecuado, porque allí les ofrecen asistencia jurídica, social, psicológica… que nosotros como ciudadanos de a pie no podíamos darle. Ahora se vendrá a vivir con nosotros pero seguirá contando con el soporte de CEAR durante un tiempo", explica.

Esta mujer se siente afortunada de nacer donde ha nacido y le parece "absolutamente injusto" que quienes no han tenido esa suerte "no puedan moverse por el mundo para poder vivir en paz". "Si puedo colaborar con otra persona, me da igual de dónde proceda", defiende.

Naveed se siente muy agradecido por el apoyo que le han brindado y tiene claro qué hará en cuanto tenga trabajo y algo de dinero: "Iré de voluntario a Lesbos. A mí me han ayudado y yo también quiero ayudar".

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