Doce mil personas plantan cara al terror y bailan con Ariana Grande en Barcelona

Seguidoras de Ariana Grande se protegen del calor, horas antes del concierto que la cantante estadounidense ofreció en el Palau Sant Jordi de Barcelona.
Seguidoras de Ariana Grande se protegen del calor, horas antes del concierto que la cantante estadounidense ofreció en el Palau Sant Jordi de Barcelona.
MARTA PÉREZ / EFE
Seguidoras de Ariana Grande se protegen del calor, horas antes del concierto que la cantante estadounidense ofreció en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

Doce mil personas, la mayoría chicas muy jóvenes, vencieron este martes al terror y bailaron con la música pegadiza y las coreografías de Ariana Grande, en el único concierto en España de su actual gira y el quinto desde el atentado de Mánchester.

El dramático suceso flotó en el ambiente, especialmente en las colas formadas durante los estrictos controles de seguridad en los accesos al Palau Sant Jordi de Barcelona, pero la estadounidense logró que sus seguidores olvidaran las penas en cuanto empezó a cantar.

Los 22 personas asesinadas en Mánchester volvieron a la mente de todos cuando cantó Somewhere Over The Rainbow, el tema con el que rindió homenaje a los fallecidos, siete de ellos menores.

El resto del concierto siguió los predecibles caminos de los espectáculos de esta estrella 'pop' de adolescentes: canciones bailables, seis bailarines acompañándola en sus coreografías, algún tema más lento para poder encender la linterna del móvil y mucho culto a la personalidad de la cantante.

El concierto empezó con Be Alright, de su último disco Dangerous Woman y siguió con un repertorio formado principalmente por temas de este álbum.

También sonaron unos pocos cortes de sus dos discos anteriores, Yours Truly y My Everything, así como un par de versiones, la ya mencionada de Somewhere Over The Rainbow y Bang Bang.

Localidades vacías

En las primeras filas se apretaron emocionadas las chicas que habían acampado varios días frente al Palau Sant Jordi para tener el mejor sitio, pero la parte de atrás del recinto se veía medio vacía.

De hecho, la artista de 23 años no logró vender todas las localidades para su único concierto en España, algo que tampoco consiguió en su anterior visita a Barcelona, hace dos años.

En esta ocasión puede haber pesado el atentado de Mánchester y las fechas elegidas, ya que mucho de su público está de exámenes estos días.

En la cola de entrada una chica repasaba sus apuntes, cuando en las redes sociales otra se lamentaba de estar en casa estudiando mientras sus amigas estaban dentro del Palau Sant Jordi.

Respecto al miedo a un atentado, parte del público lo negaba frente a las cámaras de las televisiones, que no tenían permiso para entrar en el recinto y fueron a la entrada a hacer crónicas de ambiente.

"Yo no tenía entrada porque me parecía muy cara y la he comprado después de los atentados porque todo lo que ha pasado ha sido muy duro para ella", decía una chica.

Fuera de cámara, una madre reconocía que había venido porque tenía las entradas hace tiempo y a su hija le hacía mucha ilusión, pero ella no estaba muy convencida.

Fans entregadas

Dentro, el concierto empezó con media hora de retraso, para desesperación de los que tenían examen mañana, y cuando apareció Ariana Grande, los gritos de las fans resonaron por toda la montaña de Montjuic.

Durante la primera mitad del concierto, Ariana tuvo todo el escenario para ella y sus bailarines, y lo recorrió de punta a punta subida a unos tacones imposibles y moviendo la cola de caballo en la que recoge su larga melena.

Cuando ya muchos creían que toda la música instrumental estaba grabada y lo único real era la potente voz de la intérprete, los músicos aparecieron tras las cortinas, rodando sobre dos pequeños escenarios móviles.

La cantante siguió moviendo la melena y sus seguidoras con ella, porque eran muchas las que se habían recogido el pelo como Ariana, aunque otras prefirieron ponerse una diadema con orejas de conejita, como también suele hacer su ídolo.

Las mismas orejitas que colocó al lazo que simboliza el luto cuando cantó Somewhere Over The Rainbow. La música demostró ser una buena arma contra el miedo y la sinrazón.

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