El 20 de mayo de 2015 Anton Corbijn cumple 60 años. Cuando se colgó del cuello por primera vez una cámara de fotografía tenía 23 y utilizó el aparato, prestado por su padre, un clérigo calvinista de la iglesia protestante de los Países Bajos, como excusa y salvoconducto para poder colocarse en las primeras filas de un concierto de rock, la música que adoraba y sigue adorando.

La cámara usada como máscara para colarse en la vida de la "gente dedicada al 200% a su arte" sigue siendo una idea válida en la obra de quien es por derecho propio el más conocido fotógrafo holandés del último medio siglo y quizá el más personal de los dedicados a la fotografía de artistas, sobre todo músicos. Hacer retratos le parece "una tarea muy fácil: sólo tienes que estar allí" en comparación con sus otras ocupaciones —ha dirigido quince videoclips y cuatro largometrajes y se dedica también al diseño gráfico y escénico— si tienes, como es el caso, una relación emocional con los modelos: Corbijn sólo acepta encargos de colegas.

En La Haya celebran el cumpleaños del fotógrafo con dos exposiciones simultáneas que en conjunto suponen la mayor retrospectiva organizada nunca sobre las más de cuatro décadas de trabajo de un retratista que siempre tiene claro un doble punto de partida: la "relación emocional" con los sujetos que tiene frente a la cámara y el reflejo del "dolor y el drama del proceso artístico". Las muestras paralelas son Hollands Deep, en el Gemente Museum, y 1-2-3-4, en el vecino Fotomuseum den Haag. Ambas están en cartel hasta el 21 de junio.

Complementarias y ambas montadas con la participación directa del fotógrafo, que ha rebuscado en sus archivos y seleccionado el abundante material que se expone al público. Son casi medio centenar de imágenes, de algunas de las cuales, según confiesa Corbijn, se había "olvidado por completo".

Se muestra por primera vez, por ejemplo, una serie que hizo en una gira en 1980 con el grupo femenino de punk The Slits y material gráfico para el diseño de los sets de actuaciones de Depeche Mode, para quienes Corbijn ha trabajado desde 1993 como único escenógrafo —suele ser llamado "el cuarto miembro" del grupo, así como "el quinto" de U2, otra banda con la que ha colaborado intensamente—.

En 1-2-3-4, una amplísima colección de material de archivo (300 fotos), pueden verse también retratos, casi todos seleccionados por su condición novedosa o por ser tomas alternativas no seleccionadas para difusión en un primer momento, de Nirvana, Nick Cave, Siouxsie Sioux, REM, los Rolling Stones, Arcade Fire o Tom Waits, otro de los grandes amigos del fotógrafo, David Bowie, Kate Moss, Robert De Niro, Johnny Depp, Ian Curtis, Björk...

También se muestran fotos de rodaje de los largometrajes dirigidos por Corbijn, entre ellos El hombre más buscado (2014), una de las últimas películas de Philip Seymour Hoffman, y la todavía no estrenada Life, sobre un fotógrafo que recibe el encargo de hacer un reportaje sobre James Dean.

Los retratos, como es norma en el estilo del holandés, son muy contrastados, casi siempre buscando ambientes exteriores inesperados que aporten un matiz de comprensión hacia el trabajo del modelo, tomados con luz natural, preferiblemente en blanco y negro y sin nada de postproducción digital. Corbijn siempre ha aspirado, o eso sostiene, a ser un pintor y como fotógrafo intenta suplir la carencia de habilidad con los pinceles. Sus retratos son un cruce heterodoxo entre la fotografía artística y la documental.

Hollands Deep está integrada por una especie de lo mejor de de todas las series de Corbijn, entre las que tiene un lugar destacado a.somebody, un trabajo en el que imbrica a los ídolos muertos a los que nunca logró retratar —Jimi Hendrix, Sid Vicious, John Lennon...— con el lugar de nacimiento del fotógrafo, que aparece en autorretratos ataviado como los músicos.

La serie, dice el autor, es una "combinación de obsesiones: la música, la vida tras la muerte" y la educación calvinista que recibió de niño. "Me enseñaron que no debía destacar, que era necesario vivir con un perfil bajo y tardé años en darme cuenta de que se trataba precisamente de lo contrario".