Escrito con semen: Nick Cave regresa a la literatura con 'La muerte de Bunny Munro'

  • El arrebatado músico australiano publica su segunda novela.
  • El libro es una parábola sobre un adicto al sexo que sueña con las vaginas de Kate, Kylie y Avril.
Cristiano confeso, Cave afirma que los políticos tienen "secuestrado" a Dios.
Cristiano confeso, Cave afirma que los políticos tienen "secuestrado" a Dios.
20MINUTOS.ES
Cristiano confeso, Cave afirma que los políticos tienen "secuestrado" a Dios.

Cuando leo un adverbio de modo, saco la pistola. Cuando la cadencia es de tres adverbios de modo por cada una de las 240 páginas del libro, me deshago del tomo y, para evitar daños colaterales, apunto al aprendiz de escritor en un curso de redacción.

Fugazmente, extremadamente, atentamente, lunáticamente, rabiosamente... Incluso esperpénticamente, palabreja que el autor pagaría muy cara si Don Ramón María estuviese presente. Un horror. Verdaderamente.

El ejecutor del vademécum combinatorio del sufijo mente añadido a un adjetivo se llama Nick Cave y perpetra el crimen contra la cadencia y el ritmo literarios en su segunda novela, La muerte de Bunny Munro (Global Rhythm Press, 22 €), que este mes se publica en España.

El martes cumple 52

Hablar de literatura-rock, diría Borges, es como hablar de "equitación protestante". De Cave se puede afirmar que es un hacendoso músico, un constructor de buenos titulares para los suplementos periódicos y un héroe de la cultura pop, premisas que explican el fervor por su obra impresa. Sin aquéllas, ésta sería improbable, acaso sólo posible en las catacumbas de la autoedición.

El veterano músico australiano, que el martes cumple 52 años, ha promovido con su conocido ímpetu la edición. La mercadotecnia es muy 2.0: lecturas grabadas en vídeo y colgadas en Internet, publicación de audiolibro y venta de una aplicación para el móvil iPhone para leer, escuchar y oír el torrente de adverbios.

Por si la campaña fuese de poco calibre –que no lo es: los hidalgos bigotes de Cave aparecen en los medios estos días con frecuencia de top model en apuros–, inició el viernes una gira europea en locales de pequeña capacidad. Los promotores las llaman "veladas de lectura, música y conversación", y asistir es más caro que la cuota de algunos clubes de golf.

Autor de 14 discos de estudio desde 1984 con The Bad Seeds (los están reeditando desde mayo), Nicholas Edward Cave tiene una bien merecida fama de artista convulso y de presencia arrebatadora.

Bebiendo del blues primario de John Lee Hooker y Howlin' Wolf y de la canción como auto sacramental de Johnny Cash, ha indagado en el pathos de las zonas oscuras del cristianismo (es practicante, ha escrito un encendido prólogo al Evangelio de Marcos y afirma que Dios ha sido "secuestrado" por los políticos). En consonancia, sus conciertos son litúrgicos.

Infierno en el pecho

Le ha costado dejar atrás la sombra del yonqui sangrante con la palabra "infierno" escrita en el pecho, pero lo ha conseguido con constancia, profesionalidad –trabaja de 9 a 17 horas, de lunes a viernes– y pueriles golpes de sensacionalismo.

Es dueño de una obra musical coherente y ramificada en variados registros: este año aparecerán la banda sonora de la película The Road y el segundo disco de su grupo paralelo, Grinderman. También trabaja en la música de un documental sobre la prostitución infantil en Camboya y ha dicho no al guión de la segunda parte de Gladiator que le propuso su amigo Russell Crowe.

La muerte de Bunny Munro es la segunda novela de Cave en dos décadas. De la primera, Y el asno vio al ángel (Pre-Textos, 25€), dicen que casi le costó la vida y, en una afirmación con probabilidad apócrifa, que corregía el manuscrito con sangre.

Para continuar con la épica de los fluidos, la segunda parece escrita con semen. Para Bunny Munro no existen mujeres sino vaginas. Anhela, sobre todo, las de Kate Moss, Kylie Minogue y Avril Lavigne.

'La muerte de Bunny Munro'La editora española de Cave, consecuente con ese panorama, ha sustituido al conejo de peluche que ocupa la portada del libro en otros países: una referencia al nombre de pila del protagonista, Bunny, Conejito, y a la mascota de las pilas Duracell, que duran, duran... A los lectores españoles nos pretenden atrapar sin indirectas con la vulva abierta pintada en 1856 por Courbet en El origen del mundo [a la izquierda].

La muerte de Bunny Munro, dice Irvine Welsh (Trainspotting) en una hojita promocional, es como el resultado de una obra escrita a seis manos por Cormac McCarthy, Franz Kafka y Benny Hill. Mal deben andar las cosas para que a los dos primeros genios haya que añadir al asno como gancho comercial.

'Show' interactivo en Barcelona

Nick Cave comenzó en Londres hace una semana la gira de diez "veladas íntimas" y "shows interactivos" con los que presentará en directo la novela La muerte de Bunny Munro.

El 24 de octubre la gira recala en Barcelona (casino de L’Aliança del Poblenou, 22 horas). Acompañado de los bad seeds Warren Ellis (violín) y Martin Casey (bajo), Cave leerá fragmentos de la novela, cantará y, según anuncian los organizadores, contestará a las preguntas que le haga el público. Las entradas (65 euros) ya están agotadas.

No pases de...

(tres citas obligadas para poner los sentidos a tono)

UNA PELÍCULA

The Road. John Hillcoat, colega y director de videoclips de Cave, dirige la adaptación de la última novela de Cormac McCarthy, una atroz predicción sobre un futuro posible. La película deslumbró a la crítica y al público en el recién concluido Festival de Venecia, pero el jurado optó por no premiarla. Cave y su mano derecha, el violinista Warren Ellis, firman la banda sonora. (John Hillcoat, 2009. Estreno en cines en noviembre).

UN DISCO

Prayers on Fire. Tras asustar a Australia con The Boys Next Door, éste es el primer álbum del arma más letal que ha manejado Cave, The Birthday Party. El disco agrió el feliz año de cocaína y rosas de 1981. Bárbaros, ásperos, atonales y perversos ("vivimos en una caja llena de mierda", dice una canción), Cave y los suyos eran tan oscuros que muchos evitaban verlos. Cambiaron la forma de hacer rock, pero se quemaron en su fuego. (The Birthday Party, 1981. 4AD. 8 €).

UN LIBRO

Relatos. Cave proclama que sus influencias están entre los grandes "estilistas de la prosa". Cita, con su proverbial modestia, a Updike, Nabokov y Bellow. Nada menos. Lo cierto es que en sus dos novelas el australiano intenta con una casi cándida desesperación un imposible: escribir como William Faulkner. Para lascivia y demencia, acudan al único Doctor Whisky. (William Faulkner. Anagrama, 2001. 12,5 €).
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