Una lluvia de flores, como su madre Loli quería, despidió hace días en Sevilla a Ramón Plantón Moreno, el sintecho artista de la Alameda, un gitano elegante y de noble sentimiento, Super-Ratón, Tío Ramón, colega, como le decían.
"Eligió vivir así. Se ha ido un trovador, un misionero de la calle que daba alegría con su guitarra", dice su hermano Rafael, el Cable. Los suyos quieren que se sepa que por sus venas corría arte puro. De saga de artistas, empezó con su tía Fernanda Romero, bailaora; actuó con Beni de Cádiz, Naranjito de Triana y estuvo en la inauguración del Teatro Lope de Vega de la capital hispalense.
Durmiendo bajo las estrellas
José el Caraoscura dice que "el Ramón tenía el don de expresar y estaba pasado de compás". Manuel Ramos, otro amigo, lo define como "cantaor, bailaor y guitarrista. Tocaba con dos cuerdas, pero las hacía sonar como seis. Un fenómeno". Para el Maera, hijo de Esperanza (del grupo Triana Pura), se ha ido "un bohemio del arte. Un sol, un ángel que te marcaba y te llegaba al alma". A Paula, sevillana a la que él solía piropear, le gustaba "su amor por lo sublime. Sus detalles".
La Alameda sabe que ha perdido a un clásico. Que Ramón ya no parará más en el mercado de la calle Feria, ni en el bar Kilo de Higos o la Taberna El Chiringuito, donde compuso su "temazo", como él decía: "...La culpa la tiene el viento/porque suspira conmigo/y tiene malos pensamientos/ Por eso no hay un día nuevo/si no hay algo especial". También sabe la Alameda que Ramón ya no irá por los Corralones porque, como ponía en su petate, ya duerme bajo las estrellas. En enero le homenajearán en el teatro Alameda.
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