Arte inmenso y arte minúsculo, 45 creadores para los que sí importan el tamaño y la escala

  • La monografía 'Arte grande / Arte pequeño' agrupa obras de artistas para quienes la cuestión de la escala es fundamental para transmitir el mensaje.
  • Objetos inflables, sal, niebla, agua y material digital son usados por los nuevos creadores, sobre todo de arte urbano, para escenificar mundos imaginarios.
  • Aparecen José Lerma, que usa telas de paracaídas; Lorenzo Manuel Durán, que trabaja con hojas de árboles, el colectivo Boa Mistura y Jaume Plensa.
El artista argentino Leandro Erlich, autor de este montaje real, juega a trastornar los elementos arquitectónicos
El artista argentino Leandro Erlich, autor de este montaje real, juega a trastornar los elementos arquitectónicos
© Leandro Erlich 2012
El artista argentino Leandro Erlich, autor de este montaje real, juega a trastornar los elementos arquitectónicos

Las cuestiones de la escala y el tamaño son fundamentales para el arte, sea del tipo que sea y opte por un género u otro. "El tamaño determina un objeto, pero es la escala la que determina el arte. Una grieta en la pared vista en términos de escala y no de tamaño puede ser el Gran Cañón y una sola habitación puede contener la inmensidad del sistema solar". La cita de Robert Smithson, un ejecutante de land art, es utilizada convincentemente por el crítico Tristan Manco para el saque de inicio de su nuevo libro: Big Art / Small Art (Arte grande / Arte pequeño).

Especilizado en arte urbano y heterodoxo, Manco firma un ensayo-antología donde elige a 45 creadores contemporáneos de todo el mundo para quienes el tamaño sí que importa, aunque no desde el punto de vista de la grandeza o pequeñez de las obras, sino de la "potencia imaginativa" de la escala en que se presentan y enfrentan al entorno y a los espectadores.

La importancia de la proporción y el material

Son obras de arte cuyo mensaje no sería el mismo sin tener en cuenta la proporción, en la que, desde luego, intervienen de forma decisiva los materiales: no es lo mismo una obra de arte esculpida sobre la mina de un lápiz que una torre tallada en un enorme bloque de hielo.

Entre los 45 artistas reseñados en la monografía, editada por Thames & Hudson [256 páginas, 288 ilustraciones y un PVP de 29,95 libras esterlinas aún no establecido en euros], aparecen creadores como la francesa Lilian Bourgeat, que aumenta radicalmente de tamaño objetos de la vida cotidiana, desde bancos públicos hasta mobiliario o zapatos, a los que lleva al gigantismo, y, en el extremo contrario, el japonés Takahiro Iwasaki, escultor a escala mínima de obras en las usa como materia prima cerdas de cepillos dentales, pelo humano o hilos de toallas.

La 'casa mareada' y las 'esculturas de niebla'

También figuran en la relación el argentino Leandro Erlich, autor de una casa mareada en Londres cuya fachada descansa en el suelo y el resto de las dimensiones están trastornadas; Fujiko Nakaya, el artista japonés especializado en esculturas de niebla; Diem Chau, que trabaja sobre minas de lápices y creyones para crear figuras de muy pequeñas dimensiones; Motoi Yamamoto, jardinero de superficies salinas, y Choi Jeong-Hwa, que decora espacios urbanos con elementos inflables.

Hay cuatro artistas españoles en la selección: José Lerma, establecido en los EE UU, que usa telas de paracaídas, plásticos y papel para componer grandes figuras de aspecto humanoide; Lorenzo Manuel Durán, un miniaturista que trabaja haciendo brocados y vaciados en hojas de árboles reales, y el colectivo Boa Mistura, una crew de cinco grafiteros madrileños que trabajan en común desde que tenían 15 años y han ampliado su gama de intervenciones callejeras con murales y otros proyectos comunitarios en Sudáfrica, Brasil, México, EE UU, Reino Unido, Georgia, Argelia, Noruega, Serbia y Panamá. Su último proyecto, Madrid, te comería a versos se ha convertido en un éxito viral.

La 'meditación poética' de Jaume Plensa en Chicago

Los editores del libro advierten la pujanza del arte de grandes dimensiones, con frecuencia encargado por instituciones públicas o privadas como forma de disponer de una obra icónica que puedan rentabilizar. Citan como ejemplo palmario la Crown Fountain del monumentalista catalán Jaume Plensa —el cuarto creador español citado en la monografía— en el Millenium Park de Chicago (EE UU). El arte de gran escala puede ser, como en este caso, "una meditación poética sobre las cualidades elementales y sensuales del agua y la luz" en torno al par de torres de vidrio de quince metros de alto donde se proyectan imágenes de ciudadanos de todo el espectro social de la ciudad.

"Al mismo tiempo y en el otro extremo de la escala, muchos artistas están adoptando el principio de lo pequeño es hermoso para que el público abra los ojos a los objetos y situaciones que a menudo damos por sentados". Este tipo de arte mínimo ha creado un "renovado aprecio" por las obras hechas a mano utilizando elementos diminutos y mundanos del día a día. En la serie Herbario de plantas artificiales, el colombiano Alberto Baraya juega con las convenciones de los botánicos de la época colonial para inventar un catálogo de especies fabricadas de tela y plástico que presenta con los códigos científicos del pasado.

'Ciudades portátiles' dentro de maletas

La china Yin Xihuzen, por su parte, construye ciudades portátiles a pequeña escala con elementos reciclados que moldea y coloca dentro de maletas, elemento que considera "el soporte vital y gran contenedor de la vida contemporánea".

Con reseñas críticas y entrevistas a cada uno de los autores e imágenes de gran cantidad de las obras de cada uno, el autor ha querido mostrar cómo estamos en una época que favorece como ninguna otra el juego con la escala. "En este momento de cambios rápidos y globalización, la exploración de la escala es más ambiciosa que nunca y está alimentada por los avances tecnológicos. Internet en particular ha empequeñecido el mundo", escribe en el prólogo de la obra.

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