Los controles de alcoholemia cazan en Madrid a un 14% más de conductores bebidos en un año

  • La Policía de Madrid intensifica las pruebas de alcoholemia: en el primer semestre de 2014 se detectaron 2.275 positivos, un 14% más que un año atrás.
  • El Ayuntamiento incrementa los controles en entornos de ocio y planea situar los dispositivos en nuevos puntos "para aumentar su eficacia y evitar siniestros".
  • Los agentes: "Antes se repetían mucho los controles en Plaza de España o Moncloa; ahora se ha diversificado en 400 puntos para crear efecto sorpresa".
  • Carabanchel, Puente de Vallecas, Centro y Ciudad Lineal son los distritos donde se producen más accidentes de tráfico con presencia de alcohol.
Policías municipales de Madrid durante un control de alcoholemia en la Plaza de Cibeles.
Policías municipales de Madrid durante un control de alcoholemia en la Plaza de Cibeles.
Ayuntamiento de Madrid
Policías municipales de Madrid durante un control de alcoholemia en la Plaza de Cibeles.

Donde menos se lo esperen y en cualquier momento los conductores madrileños se podrán encontrar con un control de alcoholemia. La Policía Municipal de la capital está intensificando las campañas de detección de personas bebidas al volante, buscando nuevos puntos donde situar las patrullas y aumentando su presencia, principalmente en entornos de ocio, grandes avenidas y salidas de Madrid, según fuentes del área de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid. Este incremento de los controles ya está dando sus frutos: en el primer semestre de 2014 se detectó a 2.275 conductores que habían ingerido más alcohol del permitido, un 14,2% más de los 1.992 a los que se cazó en el mismo periodo de 2013, según datos de la Policía Municipal.

"La Policía Municipal trabaja en la planificación de estos controles para aumentar su eficacia y evitar siniestros. El aumento en la detección de alcoholemias positivas se ha debido en gran medida al conocimiento más concreto de los puntos en que se han de situar los dispositivos", explican fuentes del área municipal de Seguridad. Los controles se están enclavando ahora más en "entornos de ocio", principalmente en las grandes avenidas que rodean el distrito Centro, en la zona de Moncloa y Ciudad Universitaria, y en los alrededores de Azca y Capitán Haya, según fuentes policiales. Son puntos muy transitados tanto por habitantes de la capital como por conductores de otras zonas de la región, sobre todo en fin de semana.

"Es evidente que en estas zonas es más fácil cazar a conductores que hayan bebido", añaden. Aunque advierten de que ahora será más difícil prever dónde hay una patrulla: "Antes se repetían muy a menudo los controles en Plaza de España, en Cibeles o en Moncloa, pero ahora se ha ampliado mucho la cobertura y se ha diversificado para crear más efecto sorpresa. Se han planificado cerca de 400 situados donde se pueden ubicar las patrullas y es cada vez más frecuente que se instalen en las salidas de Madrid por las autovías, en avenidas de la ciudad o incluso en barrios apartados de la periferia donde nadie se puede imaginar que haya un control", apunta un agente municipal, representante del sindicato CSIT.

Grandes controles los fines de semana

Además de los pequeños controles aleatorios, el Ayuntamiento está desarrollando dispositivos de mayores dimensiones que se despliegan de forma simultánea en diferentes puntos de la ciudad. "Hay grandes controles, aproximadamente una vez al mes, en las noches de viernes o sábado, sobre todo en los alrededores de zonas de ocio", aseguran fuentes policiales. Uno de esos últimos macrodispositivos tuvo lugar a finales de julio, con 369 pruebas realizadas en una sola noche en 28 emplazamientos de la ciudad, entre ellos las céntricas plazas de Cibeles y Colón. "Además todos los sábados y domingos por la mañana suelen ponerse controles en Princesa, a la altura del intercambiador de Moncloa, y a lo largo de la Castellana", añaden.

Estos despliegues también sirven al cuerpo policial para detectar las zonas con más índice de conductores bebidos y centrar su acción en ellas. "El estudio pormenorizado de los datos relativos a este tipo de controles por parte de la Unidad de Atestados de Tráfico de Policía Municipal permite que el despliegue de los dispositivos se realice en zonas, horarios y ubicaciones concretas", explican en Seguridad. "Se ponen los controles en los puntos donde se ha detectado más accidentalidad", añaden fuentes policiales.

Los barrios del centro y el sur de Madrid son los que concentran más cantidad de conductores pasados de copas, según reflejan las estadísticas municipales. Concretamente, Carabanchel es el distrito donde se registran más accidentes de tráfico con presencia de alcohol (el 10,5% del total de siniestros con conductores bebidos), tal y como indica el Plan de Seguridad Vial del Ayuntamiento. A continuación, las zonas más problemáticas son Puente de Vallecas (el 8,4% de los casos), Centro y Ciudad Lineal (ambos distritos con un 8,3%) y Latina (un 6,4%).

Junto a las pruebas para detectar alcohol, la Policía Municipal ha comenzado recientemente a realizar test de consumo de drogas in situ. "Hasta ahora la detección de droga se tenía que hacer mediante extracción de sangre enviado al conductor a un hospital. Pero desde principios de verano se han repartido en las unidades unos kits para detectar la droga mediante saliva que indica en el mismo momento si se ha consumido cannabis, anfetaminas, opiáceos o cocaína", apuntan fuentes del cuerpo.

Multas de hasta 1.000 euros y prisión

Una reciente reforma de la Ley de Seguridad Vial ha reforzado las sanciones por conducir ebrio. El límite de alcohol es de 0,25 miligramos por litro de aire espirado para conductores generales y de 0,15 mg/l para profesionales y noveles. A partir de esa tasa de alcohol, se impone una multa de 500 euros y se retiran cuatro puntos del carné. Si se dobla la tasa permitida (más de 0,50 mg/l) o si se reincide más de una vez en un año la multa sube a 1.000 euros y 6 puntos. Además, el Código Penal considera como delito contra la seguridad del tráfico la conducción con más de 0,60 mg/l. En este caso se impone una pena de prisión de tres a seis meses o una condena de trabajos en beneficio de la comunidad de hasta 90 días. También se puede retirar el carné entre uno y cuatro años.

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