Fenómeno de carácter universal y de enorme impacto social y económico, el tatuaje ya no es una simple moda minoritaria o un código de identidad personal. La reciente exposición Tatoueurs, tatoués (Tatuadores, tatuajes), todavía en cartel en Museo del Quai Branly de París, demuestra que la disciplina milenaria ha asomado a la esfera de lo artístico y cotiza al alza entre el público.

Time: Tattoo Art Today (El tiempo: el arte del tatuaje hoy) es una prueba de la buena receptividad del género. Se trata de una muestra a la que han sido invitados 70 tatuadores de primer nivel para que presenten obras temáticas sobre el tiempo, uno de los más repetidos en la iconografía del tatuaje, sobre todo por sus extensiones hacia las ideas de vida y muerte. ¿Segunda condición? Las piezas no pueden estar dibujadas sobre piel —ni humana, ni animal, ni sintética—, sino sobre cualquier otro tipo de soporte.

En exposición, organizada en la Somerset House de Londres hasta el 5 de octubre, hay obras de algunos de los tatuadores "más influyentes del mundo", dicen los organizadores, que citan al estadounidense Ed Hardy, recientemente retirado del tatuaje comercial, y el maestro japonés Horiyoshi III, nacido en 1946 y uno de los grandes estilistas de la escuela tradicional del irezumi.

También participan el estadounidense Paul Booth, especializado en el estilo obscuro y entre cuya clientela están las bandas de rock duro Slayer, Sepultura y Pantera, y Mister Cartoon, tatuador de Los Ángeles (EE UU) que sintetiza estilos de varias escuelas basadas en el arte urbano y ha tatuado a cantantes como Beyoncé y Eminem.

Filip Leu, nacido en París en 1967 en una familia de origen japonés y establecido en Suiza, se caracteriza por fundir el estilo oriental con referencias de la cultura pop de Occidente, y Alex Binnie realiza espectaculares body-suits (tatuajes que cubren todo el cuerpo) de estilo tribal.

La colección resultante va desde el óleo sobre lienzo, las delicadas acuarelas, la pintura tradicional de seda japonesa, la pintura sobre calaveras reales, el aerógrafo sobre papel y las esculturas de bronce. Los artistas han interpretado el tema cerrado, el tiempo, sin salir demasiado de las fronteras de la iconografía tradicional de los tatuajes: esqueletos, mememto mori, alas de mariposa como símbolos de vida y la diosa hindú Kali, mensajera de la muerte.

Los organizadores destacan el "control creativo" de las nuevas hornadas de tatuadores, acostumbrados a que su clientela busque "artistas" en lugar de "dibujantes de objetos de tinta sobre la piel". Una de las coordinadoras de la exposición, Miki Vialetto, añade que el tatuaje está en un momento de cambio "significativo y trascendental".

El crecimiento del tatuaje en las últimas décadas ha convertido en estrellas artísticas a los grandes tatuadores y superado cualquier previsión de impacto social. En los EE UU se calcula que una de cada cuatro personas adultas tiene al menos un tatuaje sobre la piel y en Francia, según un estudio oficial de 2010, la proporción era de uno de cada diez habitantes, duplicada si se restringía la franja de edad a las personas de entre 25 y 34 años.