La Oficina Nacional de Estadísticas británica estima que los precios de la vivienda en Londres han subido un 23% respecto a sus niveles de antes de la crisis crediticia de 2008. Y es por eso que son cada vez más voces las que alertan del riego de una burbuja inmobiliaria en la capital británica. Hasta el mismo príncipe Carlos de Inglaterra ha alertado contra el encarecimiento "insostenible" de la vivienda en Londres.

Pero Londres y su poderosa city piensan en otras cosas. Por ejemplo, en hacer aún más espectacular su fachada. Como informa el canal de noticas de Fotocasa, en los próximos diez años está prevista la construcción de 236 nuevos rascacielos, de los cuales 22 edificios tienen más de 50 pisos. Cambiará así el skyline del distrito de Tower Hamlets, cambio que se debe a la entrada de capital extranjero.

De las nuevas torres, sólo 18 serán de oficinas, 8 para hoteles y 13 para usos múltiples. El resto, el 80% albergarán viviendas. De los nuevos rascacielos, el 48% ya han sido aprobadas por el Ayuntamiento de Londes y el 19% ya están en proceso de construcción.

El objetivo del gobierno municipal es convertir la zona de Canary Wharf en una especie de Wall Street, de ahí la fiebre de los rascacielos. Sin embargo, el ayuntamiento del barrio londinense de Westminster ha alertado de un posible exceso en la construcción de este tipo de edificios.

Ya en 2013, la Unesco advirtió a las autoridades del Reino Unido sobre el “impacto negativo” de tres de los nuevos rascacielos sobre dos de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, el Big Ben y la Abadía de Westminster.

Un estudio del colectivo New London Architecture asume que la construcción de estas nuevas torres “alterará dramáticamente” el paisaje urbano de Londres. El informe asegura que ‘’han de tener en cuenta los edificios que los rodean’’ y proteger espacios de interés ‘’para asegurar que el nuevo desarrollo a gran escala se puede insertar en una ciudad histórica, sin destruir su carácter”.