Un año de frustración del pueblo egipcio culmina con la salida forzada de Morsi del Gobierno

  • Las Fuerzas Armadas deponen al presidente Morsi y suspenden la constitución al cumplirse el ultimátum de 48 horas que dieron al Gobierno.
  • Esto ocurre después de que decenas de miles de ciudadanos llenaran durante días las calles con manifestaciones y el Ejecutivo amagara con dimitir.
  • La oposición critica que Morsi no haya sabido gestionar el país, que tiene graves dificultades económicas, y su islamización de las instituciones.
Opositores del presidente Morsi piden que el mandatario renuncie a su cargo frente al Palacio Presidencial, en El Cairo (Egipto).
Opositores del presidente Morsi piden que el mandatario renuncie a su cargo frente al Palacio Presidencial, en El Cairo (Egipto).
EFE/KHALED ELFIQI
Opositores del presidente Morsi piden que el mandatario renuncie a su cargo frente al Palacio Presidencial, en El Cairo (Egipto).

Egipto vuelve estos días a ocupar portadas y las imágenes de la plaza cairota de Tahrir, símbolo de la revolución de 2011, recorren las pantallas de medio mundo. Hace poco se cumplía un año con Mohamed Morsi en el poder, doce meses de decepciones y frustración para una población que creyó superada una época de inmovilismo político, social y económico y que, definitivamente, ha perdido el miedo a salir a la calle.

El Ejército, perenne y siempre presente en los acontecimientos relevantes del país, ha terminado dando un golpe y, después de un ultimátum de 48 horas al Ejecutivo, ha depuesto a Morsi, ha suspendido la Constitución y ha colocado al presidente del Constitucional al mando hasta que haya unas elecciones. Todo bajo una supuesta connivencia con la oposición y después de meses de incertidumbre y una división patente en las calles.

Frustración con el poder

Entre otras cosas, el pueblo egipcio acumula un hartazgo derivado de su "frustración con la falta de resultados" en la gestión del Gobierno de Morsi, explica a 20minutos Haizam Amirah Fernández, investigador principal de Mediterráneo y Mundo Árabe en el Real Instituto Elcano. Los ciudadanos "ven que el Gobierno elegido democráticamente ha sido incapaz de dar pasos para llevar a cabo una gestión eficaz", apunta.

Morsi fue elegido en la urnas el 25 de junio de 2012 "sin un apoyo aplastante", recuerda Amirah Fernández, con un 51% de los votos en la segunda vuelta y un 23% en la primera. Le ganó entonces la partida al exmilitar Ahmed Shafiq, el último primer ministro del dictador Mubarak. Morsi es civil e islamista y llevó a la cima a los Hermanos Musulmanes de la mano del Partido Libertad y Justicia (PLJ). Muchos de los que participaron en la Primavera árabe apostaron por él.

El cambio deseado —"Pan, libertad y justicia social", se pedía en Tahrir hace más de dos años—, sin embargo, nunca se produjo. Esto incluye las condiciones de vida de la población, que en 2011 habían empeorado mucho, pero que ahora no están mejor: los precios suben, el combustible escasea, hay cortes constantes de electricidad, desabastecimiento, etc. El Gobierno negocia un préstamo de 4.800 millones de dólares con el FMI que le permita recuperar la confianza perdida.

Los "errores" de Morsi

La oposición egipcia acusa al Gobierno de Morsi y a los Hermanos Musulmanes de ser un grupo "cerrado", no inclusivo, de no haber entendido que la victoria ajustada en los comicios les tenía que haber llevado hacia una actitud más conciliadora. "En un solo año han sido capaces de confirmar todos los temores" que había sobre ellos, explica el investigador del Real Instituto Elcano; entre ellos, el de una "monopolización de las instituciones".

Haizam Amirah Fernández apunta a que los egipcios rechazan que el islamismo político quiera acapararlo todo. La mayoría de los que están saliendo a protestar estos días son musulmanes practicantes, explica, pero no están de acuerdo con la deriva del Gobierno islamista de Morsi y sus "errores", como el famoso decretazo para blindar sus poderes que tuvo que retirar y la nueva y controvertida Constitución, aprobada en referéndum y ahora suspendida por las Fuerzas Armadas.

Muchas de las decisiones de Morsi y de su estructura de Gobierno, no obstante, se vinieron abajo. El Tribunal Constitucional declaró recientemente contraria a la Constitución la composición de la Asamblea Constituyente que redactó la Carta Magna. El Tribunal de Casación, además, obligó a restituir al fiscal general que Morsi destituyó en noviembre y horas antes del golpe militar se produjo una cascada de dimisiones de ministros del Gobierno y de algunos gobernadores.

El Ejército, siempre presente

Las Fuerzas Armadas de Egipto, las más numerosas de África, siempre han estado presentes en los momentos políticos clave del país, de hecho la actual república nació tras un golpe militar encabezado por el entonces oficial Gamal Abdel Nasser en 1952. El día 1 de julio dieron un ultimátum de 48 horas a Morsi para que atiendiera "las demandas del pueblo" y no han dudado en actuar ante la postura inmovilista del presitente.

El investigador recuerda que aún tienen mucho poder e intereses, sobre todo económicos —reciben 1.300 millones de dólares al año de Estados Unidos—, y que se ven "en la obligación histórica de actuar de árbitro". Explica que mientras algunos opinan que, efectivamente, su enfrentamiento con Morsi es todo un golpe de mano militar, "otros creen que el Ejército no desea gestionar el país en este contexto económico y social", sobre todo porque recibirían también el reproche de una población "que ha perdido el miedo", añade.

Las Fuerzas Armadas, de hecho, así lo han manifestado desde que anunciaron que Morsi ya no era la persona que dirigía el país. El propio Mohamed el Baradei, premio Nobel de la Paz y representante del opositor Frente 30 de junio, ha calificado la hoja de ruta del Ejército como un "paso hacia la reconciliación nacional". No obstante, varios Gobiernos, incluido el de Estados Unidos, han reclamado elecciones y que el poder vuelva a manos civiles, mientras que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, considera preocupante la "interferencia militar".

Cambio generacional político

Durante la última semana, Egipto se ha llenado de tarjetas rojas con la palabra "Erhal" (Vete, en árabe). Miles de personas reclamaban la dimisión de Morsi y la convocatoria de elecciones anticipadas (en marzo la Comisión Suprema Electoral ya suspendió la convocatoria de las legislativas previstas para el 22 de abril).

El principal partido salafista del país, Al Nur, la segunda fuerza más votada en las elecciones parlamentarias y, en principio, aliado de Morsi, anunció su apoyo a esta demanda para evitar "una guerra civil".  La Alianza de Partidos Islamistas, en la que se encuentran los Hermanos Musulmanes, por su parte, llamó a defender la legitimidad del presidente. "No permitiremos que el antiguo régimen (de Hosni Mubarak) regrese", advirtieron, anticipando la acción militar. La fractura en el pueblo egipcio era patente.

La oposición sigue, como al principio, dividida, aunque en las últimas horas haya mostrado una imagen de unidad apostando por la nueva hoja de ruta para el país. El Frente de Salvación Nacional (FSN), la mayor agrupación opositora no islamista, ha liderado muchas de las protestas de los últimos meses, aunque la irrupción de la campaña de recogida de apoyos Tamarrud (Rebelión), ha supuesto un nuevo empuje a las reivindicaciones populares. Quieren "completar la revolución" del 25 de enero de 2011.

Que la oposición esté atomizada es "normal", explica Haizam Amirah Fernández, así como que los partidos políticos "sean débiles, después de tantos años de autoritarismo". Cree que tienen que "conectar" con la gente y cree que lo terminarán haciendo, aunque con un relevo generacional de por medio que podría darse en un plazo "corto". El movimiento Tamarrud, que precisamente "no ha surgido de ningún partido", podría tener mucho que decir.

Incluso las juventudes de los Hermanos Musulmanes, apunta, podrían pasar factura a los dirigentes actuales una vez que se calmen las cosas, algo que de momento no parece cercano. De momento, el país sigue esperando una calma que no termina de llegar.

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