No hay nada malo en decirlo: los franceses son gente orgullosa. Gente que defiende a ultranza su país, su cultura, sus deportistas... Y, por supuesto, a Asterix. Porque pese a su pequeño tamaño el guerrero galo representa toda la 'grandeur' francesa: es ingenioso y educado, prudente y fiel y, sobre todo, ama a su país (en este caso, a su aldea) por encima de todas las cosas.

La grandeza de Asterix, sin embargo, es que su éxito no es local. Sobra decirlo, pero lo diremos: se han vendido más de 325 millones de copias de sus álbumes. Sus aventuras han sido traducidas a más de 100 idiomas y dialectos. En resumen: sí, Asterix nació en Francia, pero es un ciudadano del mundo. Casi todos amamos sus aventuras. Asterix es también nuestro.

Por eso, lo ocurrido en Bolonia nos afecta. La Feria del Libro infantil que se celebra en la ciudad italiana ha sido el lugar donde se han desvelado secretos del nuevo álbum del galo, que supondrá el 35º de la saga. Se publicará en Francia el 24 de octubre, y se desarrollará lejos de la aldea que todos conocemos: los héroes viajarán hasta el norte de la actual Escocia para conocer a los pictos.

Pero, sobre todo, este no es un álbum más de la saga, sino el primero en el que no participa ninguno de sus creadores. René Goscinny murió en 1977, con sólo 51 años, al ser víctima de un fallo cardíaco mientras le practicaban unas pruebas médicas en un hospital. Él era el guionista, y bien que se ha notado su ausencia. El otro padre de la criatura es Albert Uderzo, condecorado con todas las medallas francesas posibles y, por suerte, todavía vivo. Eso sí: mayor. A sus 85 años anunció el año pasado que abandonaba la saga.

Desde la muerte de Goscinny, Uderzo se ha llenado los bolsillos con Asterix (se dice que la saga todavía gana más de doce millones de euros anuales). Pero también ha vivido disgustos. Tras morir su compañero, Uderzo no sólo dibujó los álbumes, sino que también se ocupó del guión. Y los resultados fueron, para qué negarlo, decepcionantes: aunque La gran zanja y La odisea de Asterix mantenían el tipo, desde El hijo de Asterix (27º volumen de la saga) la calidad cayó en picado.

La caja, eso sí, siguió sonando. Tras morir Goscinny, las aventuras de Asterix fueron publicadas por Ediciones Albert-René. El 40% de las acciones eran de Uderzo. El 20%, de la viuda (y después de la hija) de Goscinny. Y el 40% restante, de Sylvie, la hija única de Albert Uderzo. Todo fue bien hasta que en 2009 Uderzo y la hija de Goscinny vendieron sus acciones a una gran editorial, Hachette, asegurándose así una buena cantidad de dinero y, de paso, la supervivencia de los personajes tras la muerte de Uderzo.

Su hija no se lo tomó bien. Arremetió contra su padre, a través de una carta en Le Monde, acusándole de "haberse convertido en un viejo manipulado por los enanos de las financias". Según parece, la relación entre ambos está podrida desde que ella se casó en segundas nupcias con Bernard de Choisy, que ha tenido enfrentamientos de todo tipo con Uderzo. El resultado: la familia no se habla. Uderzo no ve a sus dos nietos. Y, tras dejar a Sylvie como accionista minoritaria, vio cómo su hija terminaba bajando la cabeza, vendiendo su suculenta parte en 2011.

Hachette, por supuesto, no ha perdido el tiempo y acaba de anunciar el nuevo álbum. Uderzo lo supervisa, pero ni dibuja ni escribe. De lo primero se ocupa Didier Conrad, nacido en 1959 en Marsella. Autor de Les Innommables o Donito, sus trazos recuerdan a los de Uderzo. Para dibujar el próximo Astérix se sienta en su despacho con el nuevo guión a un lado y la colección completa de álbumes al otro. Por Tutatis, que le inspiren.

El guión corre a cargo de Jean Yves Ferri. Su reto, reconoce, es "cómo inventar cosas nuevas y que el lector no se aburra". En su despacho, forrado de madera y con vistas a un bosque, tiene un reto difícil. No sólo tiene que competir con una leyenda viva, Uderzo. Además, tiene que ser digno heredero de Goscinny, al que llevamos tanto tiempo echando de menos.

La respuesta, a partir del 24 de octubre. Porque hay un parque Asterix cerca de París. Cada vez más películas sobre el personaje. Pero la verdadera aldea de los irreductibles galos está en el papel, en los legendarios álbumes, y el listón está en el cielo. Ese que, esperemos, no vuelva a desplomarse sobre nuestras cabezas jamás.