Un bar de Valladolid ofrece insectos aliñados con humus, guacamole o yogur

  • Un bar situado en el centro de Valladolid sorprende a los viandantes con una oferta gastronómica diferente.
  • Parte de sus tapas son a base de insectos desecados.
  • Estos los prepara con humus, guacamole o yogur.
Una mujer se dispone a probar un insecto de los varios que se ofertan en el bar La Passion.
Una mujer se dispone a probar un insecto de los varios que se ofertan en el bar La Passion.
EFE
Una mujer se dispone a probar un insecto de los varios que se ofertan en el bar La Passion.

El bar La Passion, situado en una céntrica calle de Valladolid, oferta insectos desecados procedentes de Tailandia combinados con productos típicos de otras partes del mundo, como humus, guacamole o yogur.

Unas tapas que desatan la "curiosidad" de sus clientes, según explica Esteban o, según prefiere, Marco Negroni, el propietario y artífice del eclecticismo cultural y gastronómico que emana de su bar, en el que también oferta una selección de más de 250 cervezas de todo el mundo y una variada carta de cócteles, algunos de ellos helados o deconstruidos.

Tan pronto sirve bocadillos de jamón "typical spanish" como sorprende con una crema de humus mediterráneo con escarabajo rinoceronte, guacamole mexicano con saltamontes picantes o un postre de yogur natural de aloe vera con hormigas cortadoras de hojas.

Platos que decidió acercar a sus clientes hace seis años tras visitar un típico mercado de Bangkok (Tailandia), donde los grillos, los saltamontes o los escorpiones se venden como "si fuesen bolsas de patatas", apostilla Marco Negroni.

A la vuelta de Tailandia, y en otro bar que poseía, empezó a servir tostas de escorpión imperial tailandés que conseguía en el mercado de la Boquería (Barcelona) con aceite de oliva, tomate y queso rayado.

Tras el éxito conseguido, ahora importa desde Tailandia o Londres bolsas debidamente selladas y precintadas en las que vienen los insectos ya desecados y listos para que el paladar compruebe lo crujientes que son y disfrute del regusto picante que las especias dejan.

Un sabor que "sorprende" a los clientes "aguerridos" que, movidos por la "curiosidad", atestigua, se atreven a probar los insectos a los que Negroni, un seguidor del mediático cocinero Karlos Arguiñano, aporta su toque personal e innovador, aunque también comercializa las bolsas que le llegan procedentes del sudeste asiático por separado.

Exotismo culinario que, según afirma, ha tenido una buena acogida entre su público, dispar y heterogéneo, pues "va desde los chavales de 18 años a los señores más mayores que vienen a tomar el aperitivo". Clientes que en su establecimiento encuentran un "minimundo", asevera, ya que no solo tiene una extensa carta de cervezas llegadas desde recónditos lugares del planeta, como una vietnamita, incluso otra elaborada por él y de receta propia: "Ultramarina", sino que la decoración está jalonada por sus viajes y sus experiencias personales.

"Padezco el síndrome de Tintín", bromea Negroni, un viajero implacable, amante de la naturaleza y los animales, que ha recorrido el mundo entero (desde Papua Nueva Guinea a las Islas Fiji pasando por África, Norteamérica o las Islas Filipinas, su último viaje). Travesías que le inducen a asegurar que cada viaje es "oro puro para el cerebro y el corazón". "Un aprendizaje constante", dice que, en su caso, destapa su lado creativo. No consigue desconectar, sino que más bien es cuando fluyen las ideas que aplica a su negocio.

"Trabajo para viajar. Es lo que da sentido a mi trabajo", manifiesta Marco Negroni, al que esta relación simbiótica entre su actividad ociosa preferida y la innovación constante en su negocio le ha ayudado a hacer frente a una crisis que no ve como tal.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento