Un extoxicómano rehabilitado deberá ir a la cárcel porque el Gobierno le niega el indulto

  • David Reboredo, que colabora en la rehabilitación de drogadictos, deberá ir a la cárcel por intercambiar hace años unas papelinas de heroína con otro drogadicto.
  • Una docena de organizaciones se sumó a la petición de indulto que, por dos veces, ha rechazado el Gobierno.
  • Los indultos, ¿una medida de gracia o un residuo del pasado?
David Reboredo, en la imagen que su familia ha distribuido entre los medios de comunicación.
David Reboredo, en la imagen que su familia ha distribuido entre los medios de comunicación.
Familia Reboredo
David Reboredo, en la imagen que su familia ha distribuido entre los medios de comunicación.

Cuando todavía se debate la trascendencia del alguno de los últimos y polémicos indultos aprobados por el Gobierno, como el concedido a los cuatro mossos d'Esquadra que fueron condenados por torturas, otra noticia relacionada con un indulto provoca el asombro de la ciudadanía.

David Reboredo, un vigués de 43 años, que durante mucho tiempo ha combatido su drogodependencia y que, por fin, ha logrado rehabilitarse y llevar una vida normal, deberá ingresar en prisión porque el Gobierno, por segunda vez consecutiva, le ha denegado el indulto. Un indulto que sí recibieron los mossos, el exconsejero del Santander Alfredo Sáenz o los seis cargos públicos del PP y CIU, condenados por corrupción, que Rajoy ha indultado este año.

Si nada lo impide, Reboredo deberá ingresar este miércoles, sobre las 19.15 horas,  en la prisión de A Lama (Pontevedra) para cumplir una pena de siete años de prisión por haber vendido hace años, durante una breve recaída en su proceso de desintoxicación, dos papelinas de heroínas a otro adicto. La heroína vendida no llegaba al medio gramo.

"Él está formalmente reinsertado y el indulto estaba sólidamente argumentado", explica a 20minutos.es Edmundo, el padre de David. Este hombre de 81 años, catedrático de instituto jubilado, que perdió la vista hace más de 20 años, confiaba en que el apoyo que ha recibido su hijo de más de una docena de asociaciones y ONG dedicadas a la rehabilitación de toxicómanos ayudaría a solventar una situación injusta. Olga, la madre, que es quien coge el teléfono, apenas puede hablar por la emoción: "Estamos hechos polvo... Él es un chaval buenísimo. Lo veo muy mayor, tan guapo, tan bien...", dice desbordada por las lágrimas.

Ellos conocen bien la dureza de la larga lucha de su hijo contra la droga, esa que lo atrapó a los 16 años y que hizo que los colegas de su generación desaparecieran por el camino.

La reivindicación de Edmundo no es banal. La Fundación Érguete, Médicos del Mundo, Cáritas, Alborada, el Grupo O Imán, entre otras, han apoyado la solicitud de indulto basándose en la realidad que ahora vive David.

"En todos estos años solo hemos apoyado dos peticiones de indulto y esta estaba muy justificada. Él está sociofamiliarmente integrado, ha colaborado con nosotros como formador para la prevención de contagios, ha impartido talleres... ", explica Antón Bouza, coordinador del grupo O Imán de autoapoyo al VIH-sida, que conoce desde hace años a David y a su familia. "Solo porque conocemos de cerca la situación nos hemos decidido a apoyarla porque entendemos que el indulto no debe ser una coladera, aunque en la práctica no se otorgue con los criterios de justicia y equidad", prosigue Bouza que destaca la inteligencia de David y su "especial sensibilidad para las causas solidarias".

Pocas esperanzas

Bouza también siente el "cansancio y la frustración" que hunde a todos los que rodean a David y que se unieron para apoyarlo a través de una plataforma que este mismo miércoles se ha concentrado antes los juzgados de Vigo. Él también confiaba en que al menos se hubiera otorgado uno de los dos indultos solicitados. Al fin y al cabo se trata de un caso cuya primera condena se remonta a 2006 (por intercambiar con otro drogadicto 300 miligramos de heroína) y la segunda a 2009, por 100 miligramos. Ambos casos se produjeron durante "consumos esporádicos" durante su proceso de rehabilitación. La Audiencia Provincial de Pontevedra lo condenó a sendas penas de tres años y medio de prisión por cada uno de los delitos de tráfico de drogas.

"Cuando se juzga con justicia, se acepta la sentencia, pero en este caso... hablamos de gente que trapichea entre ellos, no para hacerse ricos, y ahora esta persona lleva una vida ordenada, no es un peligro para la sociedad. Decir que él es un peligro contra la salud pública es una exageración, hay que cambiar la legislación para que no se den estas condenas tan exageradas", defiende Bouza.

El impacto que la cárcel tendrá para David, que vive con su pareja, y cobra una pequeña paga de 400 euros mensuales de la Renta Activa de Inserción (RAI), es todavía un misterio para su familia. Su hermano Marcos, "su hermano gemelo", como él dice, aunque en realidad sea cuatro años menor, cree que David "está en un momento de madurez" y espera que sea "fuerte para llevar las riendas" dentro de la prisión, donde estará solo, sin el apoyo de los suyos. Para tratar de prepararlo, lleva tiempo "trabajando psicológicamente" a su  hermano.

Marcos "ve difícil" que su hermano se libre de pisar la cárcel.  Su padre, Edmundo, que sabe "que los indultos son facultad del Gobierno" cree que la situación de su hijo se explica  "porque no existe control" sobre a quiénes se da y por qué y apuesta por que España "siga los convenios internacionales que le piden que instaure un verdadero tribunal de apelación" que resuelva casos como los de su hijo.

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