Lola: "No me importa decir que he tenido que pedir para sacar a mi familia adelante"

Lola Hernández en su casa de Molina de Segura, Murcia.
Lola Hernández en su casa de Molina de Segura, Murcia.
ALFONSO DURÁN
Lola Hernández en su casa de Molina de Segura, Murcia.

Lola Hernández representa el perfil del parado de larga duración en España. Esta murciana sin estudios superiores lleva más de dos años en paro, ha agotado todas las prestaciones y ayudas por desempleo (incluida la de los 400 euros) y su edad, 45 años, le dificulta encontrar un trabajo con un mínimo de estabilidad desde hace más de cuatro años.

Vive en Molina de Segura, un municipio de 65.815 habitantes situado a solo 10 kilómetros de Murcia capital. "Hablo de esto porque necesito un trabajo para mí y otro para mi yerno", asegura emocionada.

Su situación comenzó a torcerse cuando tuvo que buscar trabajo al separarse de su marido, empresario. Él aún paga la hipoteca de la vivienda familiar, ya que el hijo menor de ambos, de 17 años, se quedó a vivir con ella.

Las cosas, sin embargo, se agravaron cuando su  hija mayor y el marido de esta (que actualmente tienen 23 y 25 años respectivamente) también perdieron su empleo. Fruto de esta unión Lola tiene un nieto de 6 años y otro de 10 meses. "Yo necesitaba ayuda y mi hija vino a pedírmela a mí. No podía decirle que no".

Fin a la ayuda de la Administración

Lola tuvo su último trabajo estable en 2008. Durante dos años ejerció como auxiliar de seguridad de un supermercado. Aún se arrepiente de haberlo abandonado por diferencias con uno de los responsables. A raíz de ello encadenó trabajos temporales en una conservera local y en el sector de la ayuda a domicilio, pero asegura no haber trabajado más de una semana seguida desde entonces.

Actualmente lleva más de dos años sellando la cartilla del paro, pero sin cobrar. La ayuda de 400 euros que otorga el Gobierno central finalizó para ella en enero de 2010. A su hija y al marido de esta la ayuda familiar se les terminará el próximo mes de enero. "No sé qué vamos a hacer entonces".

La situación de Lola encaja con la de los otros 2.117.299 parados españoles que carecen de ingresos. También está entre los 1.425.200 hogares en los que no entra ningún sueldo a final de mes.

Ella ha recurrido a la Administración regional de Murcia y el Ayuntamiento de Molina de Segura en busca de recursos, pero sin éxito. "En la Casa de la Mujer me han dicho que no hay trabajo para nadie. Le he pedido cinco citas al alcalde pero no me ha contestado. Si no conoces o eres amigo de alguien no te contratan", se lamenta.

La familia le sustenta

Cuando las cosas empezaron a venir mal dadas, Lola acudió a la Asociación de Familias con Recursos Limitados (AFREL). Esta organización sin ánimo de lucro ofrece a los desempleados pautas de ahorro doméstico, orientación laboral o servicios de consulta legal. También, asesoría en cuestiones de separaciones o violencia de género y, sobre todo, un foro donde cada familia puede encontrar ayuda en los demás mediante el intercambio de bienes o servicios.

"A mí me echaron una mano y también contribuí desinteresadamente, pero ahora estoy en una situación en la que soy yo la que necesita ayuda más que nadie", señala.

De tres años a esta parte, sin embargo, la familia de Lola ha sido su verdadero sustento, como le ocurre a la mayoría de los desempleados.

"No me importa decir que he tenido que pedir a mis amigos, mis familiares o mis vecinos para sacar a mi familia adelante. Mis dos cuñadas y mis cuatro hermanas me han ayudado mucho. Los libros de mi nieto los han pagado ellos. No digo que no se les dé trabajo a los inmigrantes, pero nosotros necesitamos dos", concluye.

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