Se llama David Tauste González, tiene 29 años, es Licenciado en Sociología y lleva tres años alternando trabajos de corta duración y meses de paro. Actualmente ya ha agotado la prestación por desempleo y se encuentra realizando un curso del INEM sobre investigación de mercados, trabajos de campo y análisis de datos. "Tengo casi 30 años, tengo pareja y no consigo un trabajo estable, por lo que no me queda más remedio que seguir viviendo con mis padres. No me puedo independizar, es imposible", explica a 20minutos.es.

Aunque reconoce que hay personas en situaciones más críticas, a David le cuesta ser positivo: "No parece que esto vaya a mejorar. Creo que va a ir a peor. No se crean puestos de trabajo, solo se destruyen. La situación es malísima, eso se ve en la realidad económica nacional e internacional. Todo sube de precio menos los sueldos y los trabajos son cada vez más precarios", comenta. Es complicado no ser pesimista, la imposibilidad de encontrar cierta estabilidad le produce "un estado de desmotivación, desencanto, falta de autoestima, frustración y agotamiento".

Cuando David comenzó a trabajar, el mercado laboral no parecía tan complicado como ahora. Empezó trabajando de becario en 2007 en una empresa de selección de personal. Una vez terminada la beca pasó a formar parte de la plantilla. Allí estuvo 15 meses antes de marcharse voluntariamente "para coger algo de experiencia en estudios de mercado". "No tenía mucho miedo por no encontrar trabajo. En ese momento la cosa estaba difícil pero aún no se hablaba de crisis", explica. "Aunque era más joven y tenía menos experiencia al menos me llamaban para entrevistarme. Ahora no", añade David.

Al recordar aquel primer trabajo, que le ofrecía cierta estabilidad, David se lamenta y explica que "ahora mismo, al margen de la crisis, igual habría actuado de otra forma, igual me habría quedado en aquella empresa".

No mucho después, tras un empleo de corta duración, David consiguió un trabajo relacionado con el sector que le interesaba, el estudio de mercados. En ese empresa estuvo diez meses antes de que le despidieran: "Era el principio de la crisis y no había curro, no salían proyectos. Al menos esa fue la explicación oficial que me dieron".

A partir de ese momento, la irregularidad ha sido la nota predominante en su vida laboral: dos meses cobrando el paro y una semana como teleoperador antes de cambiar a un empleo mejor. La mejora consistía en tres meses realizando un proyecto para el INE. "En verano me despidieron y en septiembre me ofrecieron reincorporarme pero por mucho menos dinero. Antes me pagaban unos 800 euros y ahora me ofrecían quinientos y pico, así que lo rechacé y volví a cobrar el paro, que eran unos 1000 euros y me permitía pagar un curso de postgrado", relata David.

Tras tres meses sin trabajo y cobrando el paro, inició ese curso que en teoría garantizaba prácticas en una empresa pero que a él no le sirvió para nada. Durante la realización del curso agotó la prestación por desempleo y tuvo que buscar "trabajos para salir del paso": reparto de periódicos, realización de entrevistas, captación de donativos para una ONG, reponedor, carga y transporte de electrodomésticos... Después realizó colaboraciones no remuneradas en varias páginas web, estuvo siete meses en una empresa de telemarketing, volvieron a echarle por falta de trabajo, un mes y medio de paro, una semana de nuevo en la misma empresa de telemarketing ("la campaña era de tres meses pero no funcionó y la cancelaron de manera prematura"), tres meses más en el paro y otras tres semanas de teleoperador.

Ahora, sin trabajo y sin cobrar el paro desde septiembre, David ha rechazado un empleo de 5 horas diarias de teleoperador para poder realizar un curso del INEM: "Aunque no tengo paro ni dinero, he preferido arriesgarme e intentar mejorar mis expectativas laborales. Para aceptar trabajos basura siempre hay tiempo".

En cuanto a la elevadísima tasa de paro que hay en España, David cree que el principal problema es que "desde la facultad nos han orientado mal, no nos han preparado para la realidad del mercado laboral". Por otro lado opina que "las grandes empresas quieren seguir ganando el dinero que ganaban antes. Ellas son las que deberían mantener los puestos de trabajo, como una especie de inversión. Esa gente con trabajo es la que va a los bares, la que lleva el coche a reparar al taller... la que activa el consumo".