Segunda victoria de etapa para Kittel en una etapa sin cambios en la general del Tour

El ciclista alemán del Argos-Shimano, Marcel Kittel (dcha), esprinta para vencer a su compatriota del Lotto Belisol, Andre Greipel.

Ni Sagan, ni Cavendish, ni Greipel. El alemán Marcel Kittel, que ya fue el primer líder, se apuntó su segunda victoria parcial en esta edición del Tour de Francia al imponerse al sprint en la meta de Saint-Malo después de una llegada postreramente marcada por el derribo de Mark Cavendish (Omega Pharma), siempre favorito al triunfo cuando se trata de una llegada masiva, al holandés Tom Veelers, que se retrasaba plácidamente después de haberle preparado la llegada a Kittel. Con el sprint lanzado por Kittel y Greipel, Cavendish cargó con su hombro izquierdo a Veelers en un intento por mejorar su posición. El de Argos se fue al suelo con violencia, pero en su caída no arrastró a más corredores por muy poco. Sin ir más lejos el gaditano Juanjo Lobato (Euskaltel), que luchaba por remontar posiciones e involucrarse en la llegada. Las cámaras captaron a la perfección su resoplido de alivio.

Empotrada entre una jornada de descanso y la primera contrarreloj individual larga, la décima etapa del Tour de Francia tenía un guión más previsible aún por la bondad que presentaba su recorrido para el control y la gestión de los kilómetros. Y en la meta, efectivamente, hubo sprint. Pero hasta que llegó el turno de los velocistas los protagonistas fueron los cinco corredores que se escaparon en el primer kilómetro. Cousin, del Europcar; Oroz, del Euskaltel-Euskadi; Maté, del Cofidis; Westra, del Vacansoleil-DCM; y Simon, del Sojasun. Cinco aventureros con más ilusiones que certezas, porque su diferencia nunca se disparó más allá de los cinco minutos por el control coral que, a ratos, se repartían el Belkin, el Argos, el Lotto, el Omega Pharma y, en definitiva, todos los equipos con hombres rápidos o algún interés.

La fuga, empero, no fue definitivamente desmontada hasta que a la etapa le quedaban cinco kilómetros. Cuando aún faltaban 30 los fugados rodaban con menos de un minuto de margen. Faltándole 17 el holandés Westra optó por levantar el pie. A diez del final, el convertido en cuarteto rodaba con apenas nueve segundos. Como el ovillo del lana con el que juguetea un gato. Cazados, los equipos con hombres rápidos comenzaron su pugna por la posición y el control. Fue una aproximación frenética, pero ante la variedad de intereses también un tanto anárquica. Alternancias bruscas.

Este miércoles llega una nueva jornada decisiva dentro del Tour de Francia: la primera contrarreloj individual. Serán 33 kilómetros entre Avranches y el idílico Mont-Saint-Michel, ese pueblecito de Normandía marcado por su abadía medieval cuya conversión en ínsula está sometida a la acción de las mareas. El liderato del británico Chris Froome puede salir más reforzado por su buen rendimiento en esta disciplina en la que se ha mostrado muy superior esta temporada, sin ir más lejos en el último Dauphiné, a Alejandro Valverde o Alberto Contador.