Es la 'diferente' del equipo. La portera. Mientras sus compañeras luchan por debajo y por encima del agua con sus rivales, Laura Ester (22-01-1990, Barcelona) tiene que convertirse en un muro. Su actuación será clave para que las guerreras del waterpolo logren este viernes (22.15 h, La 1) el oro en la final de los Mundiales de Natación de Barcelona frente a las australianas. Es el siguiente escalón tras la plata en los JJ OO de Londres 2012.

Explíquelo. Dos finales en los dos últimos campeonatos: Juegos y Mundiales.

Realmente, no somos conscientes de lo que estamos haciendo, pero cada día trabajamos más duro y nos vaciamos en la piscina. Siempre queremos superarnos.

¿Cómo fue el momento de perder la final de Londres?

Fue duro, pero Miki (Oca, seleccionador) nos hizo ver que habíamos hecho algo muy grande. Nos dijo que no quería ver caras tristes ni lágrimas en el podio. Da rabia perder, pero nos ayudó mucho.

Esta vez, el oro no se puede escapar.

Desde que ganamos la semifinal, cada día que nos levantamos, solo pensamos en Australia. Y si pensamos en Australia, pensamos en ganar el oro.

¿Cómo son las australianas?

Es un equipo muy fuerte. Son tías muy grandes. Nos sacan dos cabezas, pero nosotras tenemos, con perdón, dos cojones. Compensamos la diferencia con ganas, ilusión y con la fuerza que nos transmiste el público. Se tiene que notar que jugamos un Mundial en casa.

¿Es difícil frenar la euforia antes de una final?

Bueno, Miki ya lo ha vivido, así que sabe lo que es y ya nos ha frenado. Nos dice que reservemos energías para el partido y que cuando todo acabe, explotemos.

¿Se pega más en el waterpolo femenino o en el masculino?

Por suerte, a mí casi no me tocan, así que no puedo decir mucho, pero los chicos son más de dar puñetazos directos y las chicas de agarres, aunque también se pega.

Aunque no la peguen, sí que se habrá llevado unos cuantos pelotazos, ¿no?

Alguno me he llevado... En los entrenamientos, mis compañeras se portan muy bien y no tiran directamente a la cara, solo un poquito por arriba (risas). Son buenas lanzadoras. Ante una rival, hay que parar como sea. Duele más un gol que un balonazo en la cara.

¿No se cansan de mantenerse en el agua flotando?

¡Esa es la parte más fácil! Nos podríamos tirar horas y horas flotando. Lo tenemos muy mecanizado. Lo utilizamos casi de relax, para descansar.

Entonces, ¿cuál es la parte más difícil?

En mi caso, el momento de una parada porque requieren mucho esfuerzo, mucha tensión y mucho impulso en las piernas.

¿Les gusta que les llamen guerreras del agua?

Nos gusta y ya lo utilizábamos antes de que nos lo llamara la prensa. Desde que llegó Miki hace tres años, hacemos un canto de motivación antes de los partidos y en el medio gritamos: '¿Quiénes somos? ¡Guerreras!'.

¿Qué importancia tiene Miki Oca en el éxito?

Mucha. Ha establecido un vínculo entre todas brutal. Nunca se ha tenido tanta unidad y siempre con una objetivo claro y común.

¿Cómo se inició en el waterpolo?

Con 12 años. Estaba haciendo unos cursillos de natación y buscaban a chicas para formar un equipo de waterpolo. Lo probé y me gustó.

¿Y elegió ser portera desde el principio?

Más bien me dijeron: 'Tú, de portera'. Me vieron delgadita, con brazos largos y rápida. Al principio no me gustaba mucho, porque, como todas, quería meter goles, pero hice bien en quedarme de portera.

¿Cómo siente la crisis?

Vivir de esto es complicado. En la selección tengo la beca ADO, que da solo para ir viviendo. Y mi club, el Sabadell apuesta fuerte por su equipo femenino y nos da algo de ayuda. Todas en el equipo estamos estudiando.

¿Qué estudia usted?

Bioquímica, pero muy tranquilamente. Voy a tres asignaturas por año. Estoy en la mitad de 2º.