Barrufet, un pulpo formidable

Los españoles Prieto Garabaya (dcha),Rocas (izq), Iker Romero, y Barrufet (al fondo a la izq.), celebran el triunfo de la selección de balonmano ante Corea del Sur.
Los españoles Prieto Garabaya (dcha),Rocas (izq), Iker Romero, y Barrufet (al fondo a la izq.), celebran el triunfo de la selección de balonmano ante Corea del Sur.
EFE
Los españoles Prieto Garabaya (dcha),Rocas (izq), Iker Romero, y Barrufet (al fondo a la izq.), celebran el triunfo de la selección de balonmano ante Corea del Sur.
"Eres un fenómeno. El salvador. Chapeau Barru". Así de efusivo se mostró Iker Romero al saludar a
David Barrufet, su compañero de selección y del Barça. Y luego alargó el epíteto. "Gasolinaaa" le gritaba por el pasillo. Una y otra vez.

Era en el túnel de vestuarios, justo después de que España tumbara a Corea (29-24) y se metiera en las semifinales, por tercera vez, de los Juegos Olímpicos. Será este viernes contra Islandia.

"No me quiero ir"

Barrufet (nacido en Barcelona el 4 de junio de 1970) ha anunciado su despedida después de Pekín. "No me quiero ir", aseguró ayer. Y, a tenor de lo visto, es bien cierto. Por eso se empleó a fondo. Un titán bajo los palos. Un repeledor de todos los tiros coreanos.

"Imposible contar los balones que he parado. Simplemente he estado ahí"
-¿Cuántos balones has parado? "Uf. No sé. Imposible contarlos. Simplemente he estado ahí", dijo quitándose importancia.
Ahí, partiéndose el rostro. Hasta paró con la frente. Los números son infalibles. Fueron 11 de 19. Esto es, un 58% de efectividad en las paradas. Una barbaridad. Barrufet, que en catalán significa pitufo, resultó ser un pulpo formidable.

Cuando saltó al campo, iniciada la segunda mitad, España alternaba empates con una ventaja mínima. Entonces, apareció él, como en otras miles de ocasiones. El muro. La inspiración máxima del arquero: atajar y atajar. Su compañero de batallas, Hombrados, el otro arquero, le asistía desde la banda. Le daba agua, lo mimaba y lo espoleaba.

Uno para todos y todos para uno

Y se inició el despegue. Uno, dos, tres, cuatro...hasta ocho de diferencia para España. ¡Mambo! Barrufet, a lo suyo. Uno más en el equipo. Por delante Iker Romero, Albert Rocas, Rubén Garabaya, Rubén Entrerríos, Cristian Malmagro...se partían la cara. Como los mosqueteros. Uno para todos y todos para uno.

Albert Rocas fue otro de los destacados. Las metía todas con su izquierda poderosa y de efecto diabólico. Él arriba y Barrufet abajo. El primer y el último eslabón de una cadena de siete. Irrompible. Dura como el acero. Como el metal que David quiere colgarse en su despedida. "Sin medalla no salgo de China", asegura.

Un pecho lleno de metales

Ha sido 265 veces internacional. En su pecho se cosieron el mundial de Túnez (2005) y el subcampeonato de Europa de Zúrich (2006). Fue bronce olímpico en Sydney (2000). Tiene la Orden Olímpica y con su club, el Barça desde los 14 años, ganó 7 Copas de Europa, 2 Recopas y 11 Ligas.

Barrufet, de 100 Kg. de peso y casi casi 2 metros de altura, se ha preparado bien para la carrera de la vida. Es licenciado en Derecho. El abuelo letrado de la selección pide paso en el mundo fuera de la cancha. Antes quiere que su torso brille con un acero pekinés.

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