Crónica

¿Merece la pena?: Así fue mi experiencia en el 'casting' de 'OT 2023' en Madrid

Daniel Mora, en el casting de 'OT 2023'.
Daniel Mora, en el casting de 'OT 2023'.
DANIEL MORA
Daniel Mora, en el casting de 'OT 2023'.

Nunca creí que una pegatina pudiera generar tantas emociones. Es curioso: al final, se trata de una simple lámina de papel con un grabado de color azul y, sin embargo, tan solo la idea de imaginar su parte adhesiva sobre mi camiseta de algodón todavía provoca que se me acelere ligeramente el ritmo cardíaco.

Quizá ese sea, precisamente, el mayor encanto de un talent show tan consolidado como Operación Triunfo, el de conseguir que un símbolo tan insignificante pueda llegar a convertirse en el más ansiado de los premios para miles y miles de jóvenes.

El pasado 3 de julio comenzaron en Barcelona los castings de la duodécima edición del reality más laureado de Gestmusic, previsto para finales de 2023. A medida que veía a través de redes sociales cómo el equipo de OT 2023 avanzaba en su recorrido por las nueve ciudades de nuestro país (Zaragoza, Santiago de Compostela, Valencia, Sevilla…), sentía que una parte de mí me llamaba a gritos para participar.

Pabellón satélite de la Casa de Campo, en Madrid.
Pabellón satélite de la Casa de Campo, en Madrid.
DANIEL MORA

En mi caso, ya estuve a punto de probar suerte en la edición de OT 2018 -en la que pudimos conocer a Natalia Lacunza, Miki Núñez y Alba Reche, entre otros artistas-. Sin embargo, mi timidez, mis inseguridades y mi miedo al rechazo impidieron que, en esa ocasión, me animara a dar el paso definitivo de acudir a las audiciones.

Pese a que no me sienta arrepentido, en cierto modo, todavía lo siento como un fracaso personal. No tanto porque fantasee especialmente con convertirme en cantante o en hacerme famoso -que, en este concurso, ambas facetas confluyen en una sola-, sino por mi falta de voluntad a la hora de dar un salto de fe de tal magnitud. 

Así fue mi aventura

Aprovechando que con OT 2023 arrancaba una nueva etapa, de la mano esta vez de Amazon Prime Video, y que, desde 20minutos me dieron la oportunidad de documentar la experiencia, quise sacarme esa espinita y, este martes 19 de septiembre, acudí a la última fecha de los castings para su primera fase, en Madrid. 

"Es el momento de volver a la academia", se podía leer en el bus tematizado que, más adelante, descubrí que, además de una conmemoración al pasado del programa, daba la oportunidad a algunos de sus visitantes para adquirir un pase como público para una de las galas.

Llegué allí a las nueve de la mañana, aproximadamente. Aunque, en el momento en el que escribo estas palabras, me doy cuenta de que no fue la decisión más estratégica, lo cierto es que me pareció una hora bastante prudencial, teniendo en cuenta el largo trayecto en transporte público que debía realizar hasta el espacio que habían habilitado para las audiciones, ubicado en el Pabellón Satélite de la Casa de Campo.

Al paso que asimilaba la ingente cantidad de aspirantes que ya había en la cola, me percaté de la publicidad tan agresiva con la que nos bombardeaban. "Encuentra tu voz" era el slogan de uno de los numerosos carteles de vocal coaching que se anunciaban en prácticamente cada poste. Quizá fuera el lugar idóneo para hacerlo, pero no pude evitar sentir cierto rechazo. 

"No he calentado mucho la voz", oigo decir a una joven en mi ruta hacia el final de la cola. "Molaría que nos pusieran churros", escucho a otro, quien, al igual que otros cientos de candidatos, llevaba allí desde las 2 de la mañana.

Entre sillas de playa, mantas, maletas y corrillos improvisados, llego a mi lugar en la fila. De pronto, noto cómo me da un pequeño vuelco el corazón. "Ya estoy aquí. No hay vuelta atrás", pienso. 

A las 10 comienzan las audiciones. Observo cómo el resto de aspirantes se intercambian entre sí caramelos de limón, valerianas y propóleo, entre otras sustancias tranquilizantes, para tratar de aliviar tensiones. Aun así, ningún remedio parece resultar del todo efectivo, pues el ambiente se siente agitado. 

A cada rato, alguien se lanza a cantar, ya sea a capela o acompañándose de una guitarra, como manera de ensayar o para, simplemente, calmar sus nervios. Hay otros, en cambio, que prefieren salir de la fila para ensayar a escondidas. "La música es vida", me confiesa Daniel, un joven segoviano que, a pesar de haber sido rechazado en la cita en Bilbao, ha decidido probar suerte de nuevo en Madrid. "El secreto está en seguir intentándolo", me revela. 

Él no es, ni por asomo, el único que repite en esta tanda de castings. Al final, se trata del último día para presentarse y son muchos los que no quieren desaprovechar la oportunidad. A los que repiten, se suman también aquellos que no pudieron acudir a las citas anteriores y aquellos que viven en provincias vecinas a la capital. Pero, en el caso de los primeros, me pregunto: ¿para qué hacer una cola tan inmensa si ya fuiste rechazado?

Para algunos, volver a presentarse es un recordatorio de su valía como artistas. Y es que, aunque todos sabemos que en OT lo más importante no es la voz, recibir la pegatina sigue percibiéndose como un símbolo de carisma, de personalidad y, en último término, de talento. Así pues, son muchos los que realizan este gran sacrificio, con el objetivo de ser nuevamente escuchados. 

Con el paso de las horas, me mimetizo cada vez más en el ambiente, acercándome a su vez a esa hermandad 'triunfita' que, hasta ese momento, me resultaba algo impostada. Ahora, me doy cuenta de que la música es más poderosa de lo que pensaba. 

Imagen de la cola del casting de OT 2023 en Madrid.
Imagen de la cola del casting de 'OT 2023', en Madrid.
DANIEL MORA

Nos adentramos en el recinto en torno a las 12.45 del mediodía. El sol comienza a azotarme en la nuca. A pesar de todo, la espera resulta amena, a razón del ajetreo de personas que transitan por la cola, entre periodistas, influencers y aspirantes que se pasean para compartir sensaciones. 

Para poder atravesar la entrada, debíamos mostrar previamente un pequeño papelito numerado, que nos dieron al inicio y que nos aseguraba que, eventualmente, cantaríamos delante de Noemí Galera, directora de la academia, o delante de los tres boxes restantes, habilitados para las audiciones. 

Debido a la -inesperada- gran cantidad de personas que acudieron ese día, y tal y cómo comunicó a través de redes sociales el propio Tinet Rubira, director de Gestmusic, se decidió adelantar a las 12, una hora antes de lo previsto, el fin del reparto de estos tickets

Dentro del recinto

En este punto de la cola, el tiempo de espera estimado era de en torno a tres horas, sin contar, eso sí, con el descanso del equipo para la comida. A pesar de que, a lo largo del espacio, había varios puestos en los que distribuían de forma gratuita botellas de agua, lo cierto es que se percibía que el personal estaba completamente desbordado.

Fotografía de los baños portátiles del recinto
Fotografía de los baños portátiles del recinto.
DANIEL MORA

Sin ir más lejos, para las miles de personas que se presentaron, únicamente había disponibles cuatro baños portátiles. Una cantidad, a mi juicio, insuficiente, pues pude comprobar cómo, paralelamente a la cola del casting, se formaba otra interminable fila para los aspirantes que querían hacer sus necesidades. "Nos dan agua pero no nos dejan ir al baño", se quejaba una chica. 

Un caos que, más adelante, trataron de poner remedio agregando dos baños más. A pesar de todo, y de las largas horas a pleno sol, continuaban los cánticos grupales a pleno pulmón. Todavía podía respirarse la ilusión. "Yo, cuando era pequeña, además de cantante, quería ser vedette", me comenta, entre risas, Claudia, una joven de 19 años que viajó desde Valencia hasta Madrid expresamente para las audiciones. 

Se acerca el gran momento. Son casi las cinco de la tarde. Justo antes de acceder al interior del pabellón, nos hacen firmar un acuerdo de derechos de imagen para que puedan publicar nuestras audiciones a través de redes sociales. No es hasta que muestro el DNI que asimilo que, efectivamente, es una realidad que me vaya a presentar. De repente, los nervios son cada vez más evidentes y  comienzan a apoderarse de mí. 

A pesar de que ya tenía claro desde el principio que iba a cantar El universo sobre mí de Amaral -una de las canciones de la lista que dispuso el programa-, me descubro tratando de recordar la letra. Sin embargo, ya solo tengo delante de mí a una persona en la fila. 3, 2, 1... Ya está. Se acabó.

¿Merece la pena la espera?

Tras casi ocho horas de espera, mi destino había quedado sentenciado en cuestión de un minuto después de que una persona que no me conocía de nada me rechazara. "Vale, ¡muchas gracias!", le escucho decir a Mónica, miembro de uno de los boxes, antes de salir del pabellón, en una frase que se siente casi como el late motiv de los castings. 

Se estima que cada uno de estos cuatro jueces vio cantar a capela a cerca de 800 personas a lo largo del día -concretamente, hasta las 8 de la tarde-.  En total, se presentaron 3.048 personas, de las cuales finalmente pasaron a la segunda fase 84 personas, de acuerdo a los datos recogidos por el equipo de OT. O, lo que es lo mismo, tan solo lograron hacerse con la ansiada pegatina el 2,7% de los aspirantes. 

El Pabellón Satélite de la Casa de Campo, en Madrid, por dentro.
El Pabellón Satélite de la Casa de Campo, en Madrid, por dentro.
DANIEL MORA

No obstante, este porcentaje aumenta en el caso de los 72 pases prime que hubo, de los cuales 9 fueron seleccionados. Durante esta segunda fase, los aspirantes cantan una versión a piano junto a Pablo Lluch de uno de los temas de la lista para, seguidamente, cantar un tema elegido por ellos mismos. Lo hacen, asimismo, frente a Noemí Galera, quien está acompañada de Mamen Márquez y Manu Guix como jueces. 

"Primer y último casting al que me presento", escucho lamentarse a lo lejos a una joven a la salida del recinto. Ante unas cifras tan descorazonadoras, es inevitable sentir un cierto desamparo. Y más, después de que, durante varias horas, se hayan avivado tus ilusiones por convertirte en la nueva promesa de la música española. 

A nadie le gusta ser rechazado. Sin embargo, está claro que no todo el mundo puede ser la nueva Aitana o la nueva Lola Índigo y que, muchos -la inmensa mayoría-, debemos aceptar que OT es un camino reservado para unos pocos, pero, no por ello, es, ni mucho menos, la única vía para alcanzar el éxito ("el secreto está en seguir intentándolo"). 

Nadie sabe qué se busca realmente en los aspirantes durante los procesos de castings... En el fondo, no debería importarnos en exceso: al final, se trata tan solo de un concurso. Y de una pegatina. 

Lo más importante, como todo en la vida, suele hallarse en el proceso, ya sea perdiendo un miedo, cumpliendo una meta o, simplemente, sintiéndose orgulloso de uno mismo. En mi caso, después de haber podido disfrutar de una experiencia tan enriquecedora, rodeado de ilusión, de amistad, de compromiso y, sobre todo, de mucha música, no puedo nada más que añadir que mereció la pena. 

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