El Hormiguero recibió este martes una doble visita, la de Javier Gutiérrez y Nathalie Poza, que presentaron la película Honeymoon, que llegará a los cines el próximo 12 de enero.

El filme cuenta la historia de un matrimonio en destrucción que pierde trágicamente y a miles de kilómetros de distancia a su único hijo. Sin recursos, tratarán de conseguir a cualquier precio el dinero que necesitan para repatriar el cuerpo de su vástago.

Ambos intérpretes entraron por todo lo alto en el plató del programa de Antena 3, montados en un descapotable para celebrar que Gutiérrez había alcanzado las 10 visitas a El Hormiguero y entraba en el Club Platino.

CARLOS LÓPEZ ÁLVAREZ

Pablo Motos le hizo entrega de la tarjeta Platino, que le daba la posibilidad de acudir cuando quisiera al programa para promocionar sus proyectos, y pusieron un vídeo con sus mejores momentos.

A continuación, el presentador destacó que en la película aparecía una niña a la que no le caía muy bien Gutiérrez: "La niña y yo no nos llevamos demasiado bien, aunque yo lo intenté", admitió.

"Los personajes tenían que conectar, ya en los ensayos la conquistó Nathalie y huía de mí como si fuese Lucifer", añadió. Su compañera explicó que "es una niña que no había rodado nunca y tuve la suerte de ver cómo se hace una actriz".

CARLOS LÓPEZ ÁLVAREZ

El valenciano también quiso comentar que Gutiérrez vino desde Galicia a Madrid en busca de su sueño de ser actor: "Recuerdo que mi madre me dejó un dinero con la idea de que se lo devolviese".

"Quería que volviese rápido a Ferrol, ella no concebía la idea de que su hijo fuese actor, que me pudiera ganar la vida así. Mi habitación estuvo intacta durante cinco, siete u ocho años", aseguró.

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Ambos invitados también destacaron que se conocían desde hacía muchos años, ya que empezaron juntos en el mundo de la interpretación: "Nos conocimos en una escuela de teatro", señaló Gutiérrez.

"Hacíamos animaciones en discotecas, nos pagaban muy bien, 125.000 pesetas de la época", explicó el actor. "Hacíamos como una historia de miedo, ensangrentados. Una vez llegamos a tirar piezas de casquería al público", rememoró Poza.