Sonsoles Ónega muestra cómo reacciona un cerebro joven ante vídeos porno violentos y vejatorios: "Lo tienen muy normalizado"

Experimento de 'Lo tenemos que hablar', con Sonsoles Óneg
Experimento de 'Lo tenemos que hablar', con Sonsoles Óneg
ANTENA 3
Experimento de 'Lo tenemos que hablar', con Sonsoles Óneg

El 60% de los adolescentes consume pornografía, y el 70% de las familias no sabe qué ven sus hijos en Internet, según de desprende de los últimos estudios sobre el tema. Eso, y el daño que ver porno y tomarlo como referencia puede hacer, motivó el especial Lo tenemos que hablar. Porno, menores y manadas, con Sonsoles Ónega, en Antena 3

La falta de control, sumado al tipo de contenido que los adolescentes tienen al alcance de su mano para consumir en cualquier momento, puede tener consecuencias como comportamiento, actitudes y relaciones violentas, según se exponía en el programa. 

El especial se emitió en directo y contó con diversos representantes de familias, centros educativos e instituciones, así como expertos en la materia, como la psicóloga, educadora y sexóloga clínica Ana Sierra, la ginecóloga y divulgadora Miriam Al Adib Mendiri o los investigadores Lluís Ballester y Sandra Sedano; el psicólogo y sexólogo especializado en adicción al porno Alejandro Villena; la educadora social Marina Marroquí; la actriz y madre Melanie Olivares; y la directora de cine Mabel Lozano.

Entre las piezas, informaciones y reportajes emitidos destacó uno centrado en un experimento que iba destinado a mostrar cómo reaccionan los cerebros de los jóvenes antes imágenes sexuales que contenían violencia y vejaciones contra una mujer. 

Andrea y Cayetano tienen 20 y 18 años, respectivamente y fueron los objetos del experimento. Ambos aseguraron que la primera vez que vieron un vídeo porno fue con 12 y 13 años.

Un encefalograma, un medidor de pulsaciones y una cámara para captar la expresión facial fueron los elementos utilizados para medir sus reacciones, interpretadas por Juan Raña, experto en neurociencia.

Las imágenes eran de lo que se conoce como ganbang, o lo que es lo mismo, varios hombres practicando sexo violento, vejatorio con una sola mujer y en este caso utilizando objetos y humillándola. 

Ante las imágenes la chica presenta unos niveles de intensidad emocional y negatividad medianamente altos, pero sin demasiada afección y sin rechazo ni asco. 

"Se va llenando, sobre todo, el área de la neutralidad", revelaba el experto. Las mediciones apuntaban a que "la chica tiene muy normalizado lo que está viendo, no le resulta sorpresivo ni nuevo", por lo que llegaba a la "la apatía y el aburrimiento".

El chico era diferente, pero no tanto. "Se está alterando menos, su emocionalidad es mucho más baja", aseguraba el experto, por lo que las imágenes le afectaban menos, incluida la negatividad que tenía una intensidad muy baja. Parte de las escenas le resultaron "aburridas o poco trascendentes".

"Le ha afectado más a la chica desde el enfoque de la negatividad y la intensidad emocional que al chico", destacaba el experto, pero a ninguno de los dos "llegaron a alterarles tanto como para entrar en un territorio emocional tan negativo". El motivo es claro, estas escenas pueden estar "más normalizadas" en los jóvenes que a otras edades.

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